1. La comunicación
Problema. Es el vehículo más potente que tiene el ser humano a través del lenguaje. En general, sabemos emitir sonidos, palabras y frases, pero no tenemos buenas herramientas de comunicación. De tal manera que en la mayoría de las situaciones utilizamos el lenguaje con mucha carga emocional, dando consejos, opinando a nuestro libre albedrío, enjuiciando y, en definitiva, tirando dardos a través de las palabras. Una comunicación violenta provoca discusiones violentas y, una vez disparada la violencia, calmarla con lenguaje inapropiado no solo no atenúa, sino que ayuda a soplar las brasas.
Mejora. La comunicación violenta pasa no serlo cuando aprendemos la herramienta de la comunicación no violenta creada por Marshall Rosenberg que está basada en cuatro pilares clave:
1. Observar a los demás sin evaluar.
2. Identificar los sentimientos de los otros y expresar los sentimientos propios.
3. Asumir la responsabilidad de nuestros propios sentimientos y de nuestras propias emociones. El otro no es responsable de la gestión de nuestras emociones.
4. Formular a los demás peticiones conscientes para enriquecer nuestra vida.
De esta manera el lenguaje entre familia deja de ser coactivo o manipulativo y se evitan con ello sentimientos de miedo, culpa y vergüenza.
Esta herramienta fomenta tres cosas: la auto empatía, que es la empatía con nosotros mismos; la empatía con los otros, que es la habilidad de ponerse en los zapatos de los demás; y la autoexpresión honesta, definida como el aprendizaje para expresarse de forma auténtica.
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