Elegir bien la temperatura de la habitación
Hay expertos que apuntan que incluso la cena o la temperatura de la habitación pueden llegar a influir en cómo quemamos calorías mientras dormimos. “Dormir en una habitación más fresca puede ocasionar menos interrupciones durante el sueño, y la National Sleep Foundation (NSF) sugiere que la temperatura ideal para la habitación oscila entre los 15,5 °C y los 21 °C . Es necesario evitar las temperaturas extremas (demasiado calor o frío), ya que esto podría activar los mecanismos de defensa reguladores que alteren el sueño y generen interrupciones durante la noche, y como vimos, estas interrupciones disminuyen la calidad del sueño, afectando de esta manera al gasto energético durante el mismo”, nos dice la nutricionista, que añade que otra razón para dormir en una habitación fresca es el efecto beneficioso que ejerce sobre la grasa parda, la cual genera calor al quemar calorías para ayudar a mantener la temperatura corporal.
“Por otro lado, a medida que la temperatura del cuerpo disminuye, se libera la hormona del crecimiento y disminuye el cortisol. Cuando no duermes lo suficiente, los niveles de cortisol aumentan generando más sensación de ansiedad. Se recomienda, entonces, buscar la temperatura para dormir clasificada en la zona de habitabilidad, la cual dictamina que sea lo suficientemente fresca como para conciliar el sueño y aumentar la grasa parda, pero no tanto como para incomodarle y generar que no duerma lo suficiente alterando los valores de cortisol”, nos detalla. “Cuando hace más frío en la habitación el cuerpo tiene que invertir más energía en mantener una temperatura adecuada y, efectivamente, se consumirían más calorías”, añade la doctora.
¿Y la cena? “La cena puede influir tanto en lo que se cena como en la hora que se cena. Las cenas copiosas, con escasa fibra y ricas en grasas, hacen que el sueño sea más ligero, al igual que si nos acostamos trascurrido poco tiempo tras cenar, ya que nos dificulta la conciliación del mismo. Todo aquello que haga que tengamos un sueño superficial, poco reparador, con menor porcentaje de sueño REM, hace que el gasto de calorías sea menor”, nos cuenta la experta en sueño.