Reconocer los síntomas de infarto o de angina de pecho nos pueden permitir actuar con rapidez y solicitar atención médica inmediata para evitar las consecuencias de estas enfermedades del corazón. Para saber cómo diferenciar ambas, hablamos con la Dra. Alma Fernández Arias, directora médica de Savia, plataforma de salud digital de MAPFRE, quien nos ayuda, además, a saber cuál es la mejor manera de prevenir estos problemas.
¿Cuáles son las diferencias entre un infarto y una angina de pecho?
El infarto y la angina de pecho se presentan debido a la obstrucción en alguna de las tres arterias principales o sus ramas, lo que reduce, en consecuencia, el flujo de sangre hacia el corazón.
- Leer también: Si te falta el aire o sientes más fatiga, tu corazón podría estar fallando
La angina de pecho, a diferencia del infarto de miocardio, aparece de forma progresiva, debido a la obstrucción parcial del riego sanguíneo, fruto del deterioro de las arterias del corazón con el paso de los años. No provoca un daño permanente en el corazón, y según si aparece en reposo o durante el ejercicio físico, se clasifica en estable e inestable.
Se define como angina de pecho estable, cuando el dolor en el pecho aparece durante el ejercicio físico y desaparece en reposo o con medicación. En la angina de pecho inestable, el dolor en el pecho aparece en reposo y es de mayor duración. Puede extenderse a los brazos, cuello, espalda y mandíbula. Debe ser tratada urgentemente, ya que puede provocar un infarto de miocardio que se puede considerar como la manifestación más aguda y severa de la angina de pecho y en el que sí hay muerte irreversible de células cardiacas.
En la angina de pecho inestable, la arteria coronaria está obstruida parcialmente y el flujo que pasa a través de ella solo está obstaculizado. Sin embargo, en el infarto agudo de miocardio, la arteria coronaria se tapa completamente y el flujo de sangre que va hacia el corazón se interrumpe bruscamente llevando a la muerte de las células miocárdicas.
La angina inestable se presenta de forma aguda, como el infarto. Ambos forman parte de la cardiopatía isquémica, que es una enfermedad grave y crónica.
- Leer también: Síntomas de infarto y cómo evitar un ataque al corazón