Dos problemas muy unidos
Nos encontramos, además, con dos problemas que pueden retroalimentarse, llegando a un círculo vicioso que nunca termina. “Es difícil saber si antes es el huevo o la gallina. Está claro que ambos problemas se influyen de forma bidireccional, se retroalimentan. Una persona con depresión puede tender a utilizar el placer de la comida basura para intentar auto-regular su estado emocional, y, una persona sin depresión que come comida basura puede estar desestabilizando su sistema de recompensas y creando un hábito problemático que lo lleve a tener problemas de salud mental a largo plazo”, nos explica el experto, que añade que a nivel bioquímico, se puede entrar también en un dilema parecido. “La inflamación del sistema nervioso por ingerir comida de este tipo puede ser la causante de la depresión, pero también es verdad que la propia patología depresiva puede conducir mediante los procesos psicológicos a comer comida basura que lo único que hará es empeorar el problema que ya existía”, nos dice.
Aun así, el doctor insiste en recalcar que, en una depresión, no siempre tendemos a comer, cada persona es un mundo y esa cuestión dependerá mucho de sus circunstancias, de sus síntomas, de si toma antidepresivos, de si es sedentaria o no, y en general, de todo el resto de sus hábitos de vida, no obstante, podemos decir que, aunque estemos faltos de apetito, existen muchos factores que pueden hacernos caer en la comida basura.
“Por ejemplo, una persona que tiene falta de apetito durante toda una mañana y toda una tarde, podría despertar la necesidad de ingerir repentinamente alimentos por la noche debido a que su cuerpo le pide nutrientes de forma urgente, o incluso puede llegar a hacerlo para experimentar un momento placentero que le ayude a equilibrar su estado anímico. Si a eso le sumamos los síntomas de apatía, quizás no vea factible ponerse a cocinar, y, por lo tanto, sería una persona que puede resultar presa fácil de la fast food. En el caso contrario, una persona que sufre un excesivo aumento de apetito, se puede dejar llevar por su gran ansiedad y la necesidad de recompensa inmediata, la comida rápida sería la opción más cómoda para que esta persona intente calmar sus ansias rápidamente. Esto son solo dos ejemplos entre otros muchos que podríamos encontrar. El problema es que, aparte de ser poco prudente que eduquemos a nuestro cerebro con ese tipo de recompensas rápidas para equilibrar emociones, la comida basura, como comentábamos anteriormente, influye a nivel bioquímico pudiendo agravar los cuadros depresivos, por eso, tengas depresión o no la tengas, es importante evitarla en medida de lo posible”, nos explica.
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