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Hay, por el contrario, otros que pueden convertirse en buenos aliados de nuestro hígado. La doctora nos explica que la sustitución de las grasas saturadas y las grasas trans en la dieta por grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, especialmente los ácidos grasos Omega 3 puede disminuye la cantidad de grasa y la inflamación del hígado. Estas grasas saludables para el hígado serian el aceite de oliva, los frutos secos y los pescados azules como el salmón. “Se recomienda el consumo de hidratos de carbono con un índice glucémico bajo, como la mayoría de las frutas, verduras, cereales integrales y legumbres. En la dieta se deben incluir alimentos ricos en vitamina C (kiwi, frutas cítricas, piña, pimientos, brócoli, col rizada y coliflor) que pueden proteger contra la inflamación del hígado. Algunos estudios revelan que el consumo de frutas, vegetales y legumbres se asocia con una menor incidencia de hígado graso”, nos cuenta.
Y es que en su opinión, en resumen, la dieta mediterránea sería la dieta ideal para los pacientes con hígado graso ya que se trata de una dieta rica en grasas monoinsaturadas, así como ácidos grasos omega-3 y es baja en hidratos de carbono simples. “Es imprescindible incluir en las comidas de los pacientes con hígado graso aceite de oliva, nueces, frutas, verduras, legumbres y pescado azul. Evita la carne roja, los pasteles, dulces y refrescos. Si se consume vino, se debe hacer con gran moderación. Se deben evitar otro tipo de bebidas alcohólicas de alta graduación”, añade la experta, que nos dice además que según algunos estudios, el consumo habitual de café podría reducir la acumulación de grasa en el hígado y ejerce un efecto protector al disminuir la inflamación y el estrés oxidativo de las células.
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