Por qué el yorkshire terrier puede convertirse en tu mascota perfecta

De origen inglés y pequeñas dimensiones, se caracteriza por ser una raza inteligente y con una fuerte personalidad

Por Gtresonline

El yorkshire terrier es una raza con entidad propia, muy popular por su imponente carácter, valentía y pequeñas dimensiones. En esta mascota encontrarás a un compañero enérgico, pero cariñoso. Es una de las razas toy más populares porque la mayoría los considera bonitos y son cómodos para vivir en un apartamento. De origen inglés, se caracteriza por ser una raza inteligente y con una fuerte personalidad. Su peso no suele superar los 3,2 Kg y, pese a entrar dentro de la categoría de perro de compañía, goza de un temperamento inquieto y muy activo. Pese a lo que muchos creen, esta raza anteriormente era mucho más grande y se utilizaba en el Reino Unido para cazar ratas en los molinos, pero los constantes cruces a lo largo de los años lo convirtieron en lo que conocemos hoy en día. Posee un gran espíritu aventurero y su alegría, cariño y apego hacen que a veces sean muy territoriales y ligados a sus dueños. También pueden ser traviesos, extrovertidos y meterse en todo. Empieza a establecer límites desde que es un cachorro y se convertirá en un magnífico compañero.

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No creas que es un peluche: debes tenerlo claro desde un primer momento. El hecho de que sea pequeño e inofensivo y tenga tanta vitalidad puede hacerte bajar la guardia y llevarte a permitirle todos los caprichos que se le antojen. Es un gran error que puede convertilo en un animal malcriado que campe a sus anchas por la casa, subiéndose a todos los sitios y mordiendo lo que le viene en gana. Ten mucho cuidado. Como todos los perros, necesita socializar (exponlo a muchas personas, visitas, sonidos y experiencias diferentes) cuando es joven. De este modo, vivirás con un can amigable y equilibrado. Además, debe hacer ejercicio: necesita jugar activamente y pasear para liberar parte de su energía. No descuides este aspecto y dedícale el tiempo que se merece. Recuerda siempre que si no puedes responsabilizarte todo lo que deberías, es mejor no tener una mascota en casa. Ten en cuenta que los yorkshire pueden ladrar sin parar ante diversas circunstancias, tu tarea es educarlo paras que solo lo haga en casos puntuales y razonables. 

Las razas pequeñas son propensas a sufrir problemas dentales, y los yorkshire no son una excepción. Tienden a formar mucho sarro, por lo que pueden perder los dientes a una edad temprana, así que cepíllale los dientes regularmente y pide cita para una limpieza profesional con tu veterinario (al menos una vez al año). Como parte del proceso de aseo, es recomendable que le eches un vistazo a sus ojos y oídos y le cortes las uñas cuando las tenga largas. Es recomendable lavarlos dos veces al mes y aprovechar la ocasión para profundizar en el cepillado. Es posible que, al principio, se muestre inquieto ante la novedad que supone esta rutina, pero en poco tiempo verás cómo se acostumbra y aprecia los mimos que le das. Recuerda que para el baño debes utilizar champús de uso específico para perros.

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Lo importante es que la dieta del yorkshire sea equilibrada y contenga alimentos de calidad. Ofrécele piensos específicos. A la hora de darle premios no te excedas e intenta evitar la comida enlatada. Al igual que ocurre con otras razas de pelo largo, son propensos a que el pelo del flequillo les crezca hasta el punto de causarles molestias en los ojos o dificultar su visión. Llegado a este punto, puedes optar por retirarle el pelo con la ayuda de algún accesorio (horquilla o goma de pelo) o acudir periódicamente a un peluquero canino para que controle este aspecto. Son tan valientes como frágiles y cualquier golpe o caída puede provocarles graves daños; por tanto, debemos alertar a los niños para que tengan mucho cuidado a la hora de jugar con ellos para evitar que los aplasten y sufran un traumatismo óseo o muscular. Además, hay que protegerlos contra el frío extremo, ya que suelen padecer trastornos respiratorios como la bronquitis. Aunque te parezca cursi, abrígalos al sacarlos a la calle.