Qué son las pipetas para perros y cuándo utilizarlas

En verano es especialmente grave la posibilidad de que nuestra mascota contraiga parásitos, que podrían amenazar la salud de nuestro perro y contagiar a otros animales cercanos.

Por Cristina Soria

Los parásitos son un problema muy serio para nuestras mascotas, especialmente en verano. Durante las temporadas frías el peligro de contraer parásitos se minimiza, pues los ciclos de reproducción de estos organismos se reducen y es más difícil que nuestra mascota los padezca. Sin embargo, con la llegada del calor, cualquier zona puede acabar siendo un foco de parásitos: un charco de la calle, un tubo de ventilación o un arbusto.

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Además, los parásitos se contagian, así es como saltan de un animal a otro. Sin embargo, no sirve de nada pensar que si nuestro perro baja poco a la calle y no se acerca a otros perros está a salvo de los parásitos, ya que cualquier descuido puede ser fatal.

Una vez que el perro llega a casa con parásitos, todos sus objetos pueden verse infectados, pueden atrincherarse en el sofá, nuestras sábanas, la moqueta o sus juguetes. Por eso es fundamental llevar a rajatabla una política de lucha contra los parásitos, y tratar por todos los medios que estos organismos no lleguen a encontrar su casa en nuestra mascota.

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Qué diferencia las pipetas de los collares anti-parásitos

La diferencia entre ambos métodos contra los parásitos es casi nula y tienen que ver más bien con la duración y la posible toxicidad que implica su uso en las propias mascotas y humanos. 

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Las pipetas son soluciones que se integran en el propio cuerpo de nuestra mascota, y los collares son externos. Pero hacen la misma función. Mientras que los collares tienen una sustancia química que actúa como repelente, la pipeta es en sí mismo un líquido graso que se adhiere a la piel de nuestro perro y que permanece en ella, facilitándole su protección durante un tiempo.

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Aunque se suele denominar al collar o la pipeta como “antipulgas”, la verdad es que sirven para mucho más que para luchar contra estos seres, y el abanico de amenazas para nuestro perro para los que son una proyección es muy ámplio. Y no solo funcionan como repelente sino que, por ser tóxico para los parásitos, inhibe que se reproduzcan y acaba con ellos aunque pudieran estar ya asentados.

Lo más importante a la hora de decidir optar por un collar o una pipeta es fundamentalmente el tamaño del perro. Las razas más pequeñas no pueden llevar collar porque les supone una molestia, y son mascotas que cuando salen a la calle llevan un arnés que se les ajusta mejor al cuerpo y son menos  incómodos. Por esta razón, los perros pequeños son los principales clientes de las pipetas, dado que tienen una imposibilidad física de llevar collar.

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Por otro lado, el collar puede tener una duración de 8 meses y las pipetas suelen tener un tiempo recomendado de 1 o 2 meses, en función de la estación. En verano su duración es mejor que en invierno. Pero esto implica que, sobre los collares, haya que mantener una mayor protección tanto de la mascota como de los humanos a raíz de su toxicidad, y vigilar que ni los niños ni otros animales tengan un contacto directo con el collar, en especial con las mucosas (ojos, boca y nariz). En este sentido la pipeta es mucho más segura, no implica un peligro directo y solo hay que guardar cierta precaución el primer día de ser administrada.

Cuando se echa la pipeta en el cuerpo del perro, hay que procurar que pase entre 24 y 48 horas sin bañarse ni mojarse de forma accidental, especialmente la zona del cuello que es donde se le aplica. En caso contrario, esta puede diluirse, pues todavía no le ha dado tiempo a adherirse a la piel del perro, y este quedaría desprotegido.

Aplicar una pipeta anti-parásitos a un perro implica administrarle un medicamento, que puede producirle una reacción alérgica o de intolerancia. En ocasiones esta reacción puede estar relacionada con otro tratamiento que pudiera estar siguiendo el perro. De la misma forma, es importante no aplicarle la pipeta el mismo día que le damos la pastilla mensual de los parásitos intestinales, pues en suma podrían producir algún tipo de reacción contraria.

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