¿Qué nos dice el etiquetado de los alimentos?

Por JULIA GIRÓN

Saber leer las etiquetas de los alimentos se hace imprescindible si queremos estar informados sobre qué nos llevamos a la boca. Pero, ¿entendemos la información que nos ofrecen? Según algunas encuestas, el 59% de los consumidores de todo el mundo reconocen no comprender los valores nutricionales que se muestran en los envases. Y la mayoría no se fija más allá de las calorías sin siquiera saber si son muchas o pocas. Algo que preocupa, ya que lo que está en juego es nuestra alimentación y salud. Hablamos con Montserrat Prieto, Directora de Derecho Alimentario, de la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB), quien nos explica cómo a partir del sábado 13 de diciembre, lo tendremos un poquito más fácil con la entrada en vigor del nuevo reglamento europeo (nº 1169/2011) que, entre otros aspectos, obliga a los fabricantes a incluir etiquetas más legibles y claras y recomendaciones nutricionales como, por ejemplo, la fecha de congelación y descongelación de los alimentos.

¿Cuáles son las principales novedades de las nuevas etiquetas?

  • Mejor legibilidad de la información, con un mayor tamaño de letra para la información obligatoria.
  • Obligación de indicar y destacar de forma más clara las sustancias o productos que causen alergias en la lista de ingredientes de los productos envasados. Por primera vez también será obligatorio incluir esta información en los alimentos no envasados, incluido en los restaurantes y cafeterías.
  • Información de origen obligatoria para la carne fresca de porcino, ovino, caprino y aves de corral.
  • Se sustituye la palabra ‘sodio’ por ‘sal’, para facilitar la comprensión.
  • Se incluirán las fechas de congelación en carnes, productos de pesca no transformados y productos cárnicos; y también será obligatorio señalar si el producto ha sido descongelado previamente.
  • Información específica sobre el origen vegetal de aceites y grasas refinados, como respuesta a una demanda del consumidor europeo que llevaba tiempo pidiendo.
  • No se exigirá una lista de ingredientes en ciertos alimentos como: frutas y hortalizas frescas, aguas carbónicas, vinagres de fermentación procedentes de un solo producto básico, queso, mantequilla, leche, alimentos que consten de un único ingrediente, entre otros.
“Era un cambio necesario que responde a la demanda de un consumidor que reclamaba una información más clara, sencilla y completa, de manera que le ayude a la hora de realizar la compra. Además, con este reglamento se unifica, reordena y actualiza la información sobre los productos alimenticios en toda la Unión Europea”, explica Montserrat Prieto.

¿Cómo debemos leer las etiquetas de los alimentos?

Grasas trans, azúcares, sodio… Son conceptos que pueden sonarte a chino, pero que encierran una valiosa información que debes conocer. Estos son los conceptos nutricionales que generalmente encontramos en el etiquetado:
  • Calorías. Es el primer valor nutricional que encontramos. “Lo primero que tenemos que mirar son las calorías por porción o ración de alimento. No nos interesa conocer lo que nos aportan 100 gramos, si no unidades de consumo. Esto lo podemos encontrar en la mayoría de productos”, aconseja Martina Miserachs, dietista-nutricionista y Responsable Relaciones con la Industria de la Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas (FEDN); quien, además, subraya la necesidad de reforzar la educación del consumidor. “Todo lo que sea incrementar nuestra información para estar mejor informados está bien, pero, al mismo tiempo que se invierte en mejorar el etiquetado, también se tendría que destinar esfuerzos en campañas de educación alimentaria. Vivimos un momento de mucha información, pero también de mucho desconcierto. Hay gente que cree que un producto es más saludable porque no tenga gluten; cuando estos están destinados exclusivamente a personas que sufren intolerancia al gluten".
  • Grasas. “Las grasa, especialmente las grasas saturadas son, junto a la cantidad de azúcares, y el sodio/sal, los valores a los que debemos prestar mayor atención”, indica Miserachs. Hay que observar si se trata de grasas saturadas (lo que nos indicará que es desaconsejable para cuidar de nuestra salud y controlar el colesterol en sangre); o si, por el contrario, el producto contiene grasas monoinsaturadas o poliinsaturadas (será beneficioso para el organismo en conjunto). “Por ejemplo, el cien por cien del aceite de oliva son grasas y es un alimento básico en una dieta saludable e, incluso, recomendado para adelgazar en cantidades adecuadas”, explica la nutricionista. Lo que realmente conviene evitar son las grasas trans; aunque cabe destacar que “en España, tal y como ha informado la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), el contenido de ácidos grasos trans en los alimentos es en general inferior al 1% del total de ácidos grasos y no presenta un problema en la alimentación de la población española”, según explican desde la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB).
  • Contenido de azúcar. El aporte de hidratos de carbono son los gramos de azúcares que contiene un alimento. Hay que distinguir entre hidratos complejos (la pasta italiana, el pan, cereales integrales…), y que son recomendables en la dieta, de los azúcares o hidratos simples. Resulta desaconsejable consumir productos con más de un 10% de azúcar.
  • Fibra. La cantidad de fibra va a repercutir de forma importante en nuestra salud intestinal. Conviene mirar la proporción cada cien gramos, siendo recomendable un porcentaje superior a los cinco o diez gramos por cada cien.
  • Contenido de sal o sodio. Si un alimento supera los 200 mg por cada cien gramos de alimento, es un alimento rico en sodio; y con más de un gramo por cada cien gramos se considera alimento salado o muy rico en sodio. Hay que moderar su consumo, ya que puede provocar retención de líquidos y afectar a nuestra salud cardiovascular.

Pero, como nos cuenta Martina Miserachs, “tampoco hace falta que nos obsesionemos cada vez que vamos a incorporar un nuevo alimento a nuestra despensa. Sí será interesante que comprobemos cuáles son los alimentos que pueden tener menos sodio o menos grasas si, por ejemplo, queremos controlar el peso o somos diabéticos. Pero, sobre todo, es recomendable hacer una comparación entre productos de consumo esporádico y escoger las referencias con índices más bajos. En el caso de las conservas, por ejemplo, las que menos sodio tengan”.