Teresa Perales: enseñanzas de una nadadora paralímpica

Por hola.com



Querer es poder.
Es la máxima que impulsa la vida de Teresa Perales desde que con 19 años una neuropatía la privó de movilidad en las piernas y tuvo que reinventarse a sí misma. Veintidós medallas paralímpicas después (y catorce medallas mundiales y seis récords del mundo –se dice pronto-), hoy es la atleta española más laureada de la historia de la natación. Lo anecdótico, y no menos motivador de su historia, es que Teresa, antes de aquel mal momento, ni siquiera sabía nadar, ni había hecho submarinismo nunca, ni había montado a caballo… Pero decidió no quedarse sentada en aquella silla y caminar hacia delante para desafiar lo establecido. Ahora comparte su planteamiento vital en un libro, La fuerza de un sueño (Editorial Conecta), donde nos tiende su mano para entrenar nuestras emociones y superar los límites personales.

Actualmente dedicas parte de tu tiempo al coaching personal y a impartir conferencias motivacionales dentro y fuera de España. ¿Cómo puede motivar a otros tu propia historia? ¿Ha sido ese el objeto del libro?
Como digo en algún momento en el libro, nunca pretendo ser ejemplo para nadie pero tanto en sus páginas como en mis conferencias, hablo de algunas herramientas que he ido aprendiendo a través de mis propias vivencias, y que me ayudan a afrontar retos y a vivir con ilusión y felicidad cada día.

¿Qué significó para ti la natación en aquel momento de reestructuración vital?
Sorpresa por la sensación de flotabilidad en el agua. Libertad y control, porque en la piscina no necesitaba ningún elemento externo como la silla de ruedas. Amor propio, cada vez que hacía algo un poquito mejor. Ambición, desde el momento que empecé a competir. Orgullo por haber retomado las riendas de mi vida. Más o menos ese fue el proceso.

¿Imaginaste alguna vez que llegarías a nadar tan bien como para ganar medallas?
Desde luego con mis primeras brazadas no pensé que llegaría ni siquiera a competir algún día. Tampoco fue un objetivo marcado desde el principio, pero me dejé llevar por el corazón y la pasión y poco a poco. En los entrenamientos empezaba a escuchar mensajes de mi entrenador diciéndome que si seguía así podría llegar a competir. Y, así, de una competición a otra, cada vez que lograba un objetivo lo disfrutaba, pero ya pensaba en el siguiente. Ha sido así hasta ahora y lo seguirá siendo hasta que el cuerpo aguante.

¿Cómo el deporte puede ayudarnos en esa teoría del espiralismo que planteas en el libro?

Mi planteamiento vital de la felicidad es que seas tú el centro de tu propia espiral de felicidad porque solo así serás capaz de hacer felices a los demás. Rodéate de aquello que más feliz te hace y desecha lo que no. La manera en la que el deporte entra en la ecuación es que cuando lo practicas tu cuerpo segrega unas serie de sustancias químicas que te hacen sentir bien, eufórico, feliz... Cuando estás contento sueles ver las cosas con más claridad y, por tanto, más fácil llegas a saber qué es lo verdaderamente necesario en tu espiral positiva. Aunque en mi caso es más sencillo, soy deportista por naturaleza y hacer deporte siempre está en la primera línea de mi espiral.

Pero la natación no es el único deporte que practicas: submarinismo, montar a caballo, conducir una handbike, esquiar, nadar con tiburones... incluso correr un rally. Realmente, es un ejemplo de que si se quiere se puede.
Me gusta desafiar lo establecido, romper con los prejuicios y asumir retos importantes. La vida es un regalo maravilloso que quiero aprovechar todos los días. No se trata de hacer cosas a lo loco, sino de aprovechar las oportunidades que van surgiendo. Y cada uno de esos deportes ha sido una oportunidad aprovechada y disfrutada.

Hay que atreverse a salir de la zona de confort entonces. ¿Qué podemos hacer para acabar con esos pensamientos limitantes que a veces nos impiden avanzar?
No elegimos cuántos días tenemos por delante pero sí podemos elegir qué hacer con nuestra vida. Hacer caso de las creencias limitantes nos lleva a que desperdiciemos oportunidades maravillosas. Lo mejor de intentar cualquier cosa es que siempre existe la posibilidad de que lo consigas.