Este fin de semana, ¡cambio de hora!

Algunas personas muestran tristeza o decaimiento cuando disminuyen las horas de luz

Por hola.com

Último fin de semana de octubre y, como cada año, toca cambiar la hora. Este fin de semana comienza el llamado horario de invierno: a las 3 de la mañana serán las 2, con el fin de aprovechar más las horas de luz y contribuir al ahorro de electricidad. ¿Ventaja? Dormimos una hora más esta vez, pero, como contrapartida anochecerá antes. Y esa merma en las horas de luz tiene, no hay duda, consecuencias, pues la sensación de que ya no queda nada para el invierno se acentúa.

La llegada de esta modificación horaria lleva consigo para muchos una sensación de que el día tiene menos horas. Además, es normal una sensación general de tristeza, cansancio y somnolencia los primeros días tras el cambio. “El cambio de hora, en sí mismo, no produce depresión, aunque sí que está comprobado que el estado de ánimo guarda relación con la luz solar y el buen tiempo”, afirma Gemma Prats, psicóloga y psicoterapeuta en el espacio Nútrim. Y es que, durante la época primaveral y estival, aprovechando las horas de luz que hay tras la actividad profesional y el buen tiempo, se suelen realizar más actividades al aire libre. Por este motivo, “durante otoño e invierno pueden aparecer síntomas como tristeza y decaimiento, y en casos más agudos, irritabilidad o cuadros de ansiedad”. Sin embargo, “si nos concienciamos”, nosotros mismos podemos salir de esa sensación de tristeza.

La influencia de la luz
Todos estos síntomas tienen su origen en la intensidad de la luz del día, que influye directamente en nuestros ritmos circadianos (las personas que son sensibles a esta disminución no son capaces de ajustarse a un ritmo estricto de 24 horas), en los niveles de serotonina (que sufren una caída ante la ausencia de luz) y la secreción de melatonina (que es liberada en respuesta a la oscuridad). Por eso, cuando hay menos luz, el equilibrio de estos componentes se altera y aparecen los síntomas de la “tristeza invernal”, a la que los europeos conocen como winter blues. Ese es uno de los motivos por los que en los países del norte de Europa, donde anochece muy pronto, suelan valorar sobremanera las horas de luz de los países mediterráneos.

¿Cuáles son sus síntomas?
Los más habituales son sensación de cansancio, cambios de humor (laxitud e irritabilidad, incluso depresión), falta de concentración, somnolencia, dolores de cabeza, etc. Y es que las variaciones en la intensidad de la luz ambiental producen una modificación en la actividad de las neuronas de unas áreas determinadas del cerebro (hipotálamo, núcleo supraóptico, etc.).
Este cambio afecta especialmente a los niños y a las personas mayores, que tienen una capacidad de adaptación menor, apunta el neurólogo del Hospital USP San Camilo de Madrid, Antonio Yusta Izquierdo. Esto sucede, sobre todo, si toman ansiolíticos o antidepresivos que repercuten en el funcionamiento cerebral, en el ciclo biológico vigilia-sueño y en la estructura del sueño, apunta el experto.

Una situación temporal
Pero no hay que alarmarse, pues se trata de unos síntomas temporales y, poco a poco, nos vamos habituando al nuevo horario. “Aunque la adaptación es variable, ya que depende de la carga genética y de la edad, lo normal es que entre dos y cuatro días hayamos superado los inconvenientes de haber retrasado los relojes, este mini jet lag”, detalla el doctor Yusta. En caso contrario, y si se prolongan los síntomas más de siete días se recomienda acudir a consulta.
“Esto suele durar entre dos días a una semana aproximadamente aunque en algunas personas puede alargarse un poco más”, señala por su parte Prats. “En ocasiones, puede ocurrir que ese estado de tristeza no sea pasajera, sino que sea una señal de una forma de depresión llamada Trastorno Afectivo Estacional. Si una persona, ante esta situación sufre alteraciones de su estado de ánimo y no puede abordarlas de manera correcta, podría desencadenar en un estado de depresión más profundo. En este caso, es aconsejable acudir a un especialista”.

10 consejos que te ayudan a llevar mejor el cambio
-Mantener fijas las horas de descanso nocturno -de entre 6 y 8 horas, según la persona-.
-Evitar siestas prolongadas -nunca más de 30 minutos-.
-No variar las actividades que veníamos realizando. Se trata, en definitiva, de no alterar el ritmo circadiano o biológico.
-Hidratarse bien (2 a 3 litros al día) para mejorar la sensación de cansancio. No ingerir bebidas estimulantes (café, té…) a partir de ciertas horas del día.
-No irse a la cama con la sensación de hambre o habiendo comido en exceso.
-El cansancio excesivo provoca insomnio, así es que estos días se recomienda no realizar actividad física importante ni exponerse a luz brillante antes de irse a la cama.
-Realizar las actividades que supongan más concentración mental cuando más despejados estemos -unas personas lo están a primera hora de la mañana y otras a última hora de la tarde-.
-Las personas que sufren migrañas han de seguir las recomendaciones para esta patología porque éstas se pueden intensificar durante el periodo de adaptación al cambio de hora.
-Tener una actitud positiva: el exceso de tensión emocional puede retrasar la desaparición de los síntomas.
-Y como comentánamos antes, acudir al médico si persisten los síntomas más de diez días.