Una vez más, es importante hacer referencia a los datos para tomar conciencia de la incidencia de una enfermedad: se estima que el 2 por ciento de los mayores de 65 años que residen en España tienen Parkinson, lo que significa que unas 150.000 personas conviven actualmente con la enfermedad en nuestro país, según datos de la Federación Española de Parkinson. Pero, es más, se cree que, además, otras 30.000 podrían estar también enfermas, aunque sin diagnosticar. Y las perspectivas parecen indicar que el número de afectados, lejos de disminuir aumentará, y la cifra puede llegar a duplicarse en el año 2025.
Ante esta situación, y para dar a conocer esta enfermedad crónica, hoy se celebra en todo el mundo el Día Mundial del Párkinson, con el objetivo de hacer un llamamiento a las administraciones sobre las necesidades asistenciales de los pacientes que la sufren. Y es que el Parkinson es una enfermedad incapacitante, que requiere de atención sanitaria (médicos, logopedas y fisioterapeutas están implicados en el proceso asistencial) de forma más o menos constante, en función del grado.
En esta ocasión, el lema bajo el que se celebra esta jornada es "Podemos ayudarte... puedes ayudarnos". “La federación lanza un doble mensaje, incidiendo no solo en la importancia de las asociaciones y de la propia Federación a la hora de mejorar la calidad de vida de los afectados, sino también en el papel de la sociedad en general”, comenta José Luis Molero, presidente de la Federación Española de Párkinson (FEP). Del mismo modo, el Día Mundial del Párkinson 2011 quierre llamar la atención sobre los síntomas no motores de la enfermedad (problemas gastrointestinales, de sueño, ansiedad o depresión, entre otros), especialmente relevantes en su diagnóstico precoz y en el mantenimiento de la calidad de vida del paciente.
Pero, ¿qué hay detrás de esta enfermedad? En concreto, un trastorno neurológico, crónico y degenerativo que afecta al sistema nervioso central. Sus síntomas más conocidos son los que afectan a la movilidad, como pueden ser la rigidez muscular, la torpeza, la pérdida de equilibrio, la lentitud de movimientos y los conocidos temblores (tal vez la manifestación más reconocible). Sin embargo, éstos no son los únicos síntomas asociados al Parkinson. La depresión o el deterioro cognitivo ocasionan en igual o mayor medida diferentes grados de discapacidad y dependencia en el paciente afectado y repercuten de igual manera de forma negativa tanto en su calidad de vida como en la de sus familiares.
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