Síndrome postvacacional: la dura vuelta al trabajo

Te damos una serie de recomendaciones para que la inevitable vuelta a la rutina diaria se te haga lo menos cuesta arriba posible

Por hola.com

Tal vez, si elegiste el mes de julio para disfrutar de tus vacaciones, lo más probable es que ese descanso estival sólo te venga a la cabeza cuando revisas el álbum de fotos, y lo único que te interesa saber es cuándo llegará el próximo puente.
Sin embargo, si hace relativamente poco tiempo que te has incorporado o estás a punto de incorporarte a la dura rutina diaria es posible que aún sientas los efectos del llamado síndrome postvacacional. Tanto si lo has sufrido, como si piensas que lo estás padeciendo, te ofrecemos unas cuantas recomendaciones para que no te vuelva a suceder.
Y es que el regreso al trabajo puede convertirse en el momento más duro del año: el despertador vuelve a sonar, la siesta se convierte tan sólo en un débil recuerdo de un tiempo pasado, el ordenador nos espera y la mesa está fuera de control. No es extraño que a muchos les entren ganas de quedarse en la cama y no salir de ella. Lo que sucede es que se experimenta una situación anímica conocida por los especialistas como síndrome postvacacional. No se trata de un problema preocupante, ni de una forma de depresión grave. Más bien al contrario, puede considerarse como un comportamiento lógico, pues volver a la vida cotidiana después de haber perdido el hábito genera un conflicto interno. Durante las vacaciones el ritmo vital sufre un cambio muy evidente, y la vuelta al frenético ritmo del día a día puede suponer un cambio demasiado brusco.

 

Cuáles son los síntomas y qué podemos hacer
Los afectados (más o menos un 35% de los trabajadores españoles lo padece) se sienten con menos energía y pueden acabar padeciendo una debilidad generalizada, pérdida de concentración, astenia, fatiga, tensión muscular, irritabilidad, insomnio, sensación de tristeza y de desidia, tener náuseas o problemas estomacales o, incluso, perder el apetito.

La mayor parte de los psicólogos coinciden en ofrecer una serie de recomendaciones para que el regreso no sea tan traumático como, por ejemplo, coger las vacaciones partidas, pues más difícil será la adaptación cuanto más largo el periodo de descanso y, además, tiene un efecto positivo, pues al volver, aún tenemos la alegría de que nos quedan días para descansar. Además, recomiendan que no se comience a trabajar al día siguiente de regresar de vacaciones, pues el reencuentro con la actividad y la rutina habitual debe ser progresivo.

Sugieren también que se beba mucha agua y que se eviten las bebidas excitantes. No está de más apuntarse a actividades paralelas, que ocupen nuestro tiempo, y una buena opción son las técnicas de relajación como el yoga. Es conveniente también organizar la agenda, reanudar los compromisos sociales, evitar el aislamiento y comenzar las actividades cotidianas de forma gradual (pasarse los tres primeros días tras la vuelta llenando la nevera, poniendo lavadoras, limpiando la casa... y no salir a la calle puede hacer que todo se complique aún más). Sólo si el cuadro depresivo aumenta, acudir al médico se convierte en algo fundamental.

Los especialistas coinciden en que si el regreso al trabajo conlleva un trastorno mayor en algunos casos, no se debe a la vuelta en sí misma, sino más bien a que cuando se regresa, reaparecen problemas que ya estaban ahí antes de las vacaciones. En este caso, el problema tiene mucha relación con otro famoso síndrome del trabajador, el del quemado. Pero lo normal es que, tras un periodo de 15 días, las aguas vuelvan a su cauce, la mesa vuelva a encontrar su orden lógico y los compromisos de la agenda empiecen a tacharse. De una u otra manera, llénate de optimismo.

No hay más remedio, y, no es por animarte, pero las vacaciones de Navidad... ¡están a la vuelta de la esquina!