Vigila el pH del agua
Como ves, la cloración salina presenta más ventajas que inconvenientes, por lo que se dibuja como un buen sistema para limpiar el agua de la piscina.
Sin embargo, también tiene algunas consecuencias que pueden dificultar el proceso. Una de ellas es que la sal sube ligeramente el pH del agua, por lo que debes vigilarlo de cerca para que esté siempre dentro de los parámetros adecuados.
- Si el pH está demasiado bajo (menos de 7,2) el agua se vuelve ácida lo que puede provocar irritaciones en la piel y los ojos, además de deteriorar los materiales de la piscina.
- Por el contrario, si el pH sube demasiado (por encima de 7,5) el agua se vuelve alcalina y disminuye capacidad de desinfección del cloro, haciendo que esté sucia y se acumule la cal y las algas.
La clave está en mantener el pH en los niveles adecuados. Para ello lo mejor es instalar un clorador salino con regulador de pH. Este aparato hará las mediciones de forma automática y, si el pH sube, aportará al agua un ácido que reduce su alcalinidad. Así tú no tendrás que preocuparte.
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