Hidratarse correctamente resulta absolutamente fundamental para la supervivencia del organismo. Ahora bien, no siempre todo lo que escuchamos en relación a los consejos para una buena hidratación es cierto. He aquí algunos falsos mitos relacionados con el consumo de agua:
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CUANTA MÁS AGUA MEJOR Indudablemente, el agua no sólo es necesaria sino absolutamente imprescindible (una persona no puede sobrevivir sin ella más de seis o siete días). Lo que ocurre es que, si bien el defecto es perjudicial también lo es el exceso: cuando no se requieren tales cantidades, se puede correr el riesgo de perder sales minerales esenciales para el organismo, entre ellas el potasio.
OCHO VASOS AL DÍA, SIEMPRE LO MÁS RECOMENDADO Es cierto que la recomendación genérica para un adulto viene a ser de dos a dos litros y medio de agua al día (unos ocho vasos de agua) pero hay que tener muy presente que esta cantidad variará en función de distintos factores: el ejercicio físico (las necesidades de agua serán mayores); el clima (si es muy cálido aumentará la transpiración y la pérdida de agua con lo que también la cantidad ingerida deberá ser mayor); la edad (a medida que vamos cumpliendo años la cantidad de agua en el organismo disminuye). Así, un buen indicativo para saber si estamos ingiriendo la cantidad adecuada de líquido será la orina: si tiene un color claro y su olor no es especialmente fuerte significará que estamos bien hidratados.
EL AGUA ADELGAZA Como tal no tiene poder adelgazante. Pero es cierto que ayuda a saciar el apetito, a regular el tránsito intestinal, a facilitar el proceso de digestión, a metabolizar la grasa acumulada y a eliminar toxinas de forma muy eficaz. Por lo tanto, se convierte en un elemento clave en los problemas de sobrepeso.
SÓLO EL AGUA ES CAPAZ DE HIDRATAR EL ORGANISMO Éste también se vale de otras bebidas que la contienen (infusiones, zumos...), así como del agua que forma parte de los alimentos (son especialmente ricos en ella las frutas y los vegetales), o el agua que se libera en el proceso de combustión de los alimentos.
NO TENGO SED, NO NECESITO AGUA No sentir la sensación de sed no significa necesariamente estar correctamente hidratado. Por eso, incluso sin percibir esa apetencia de beber (y, como decimos, siempre sin abusar) es preciso tomar agua. Máxime en situaciones de altas temperaturas o gran esfuerzo físico, con el fin de no deshidratarse.