Puedes comer cuando quieras; no tienes que depender de los horarios de los demás; puedes elegir tus alimentos y platos favoritos siempre que te apetezca… Son algunas de las ventajas que disfrutan en la mesa quienes viven solos. Sin embargo, también hay un lado negativo: precisamente el hecho de depender únicamente de uno mismo hace que muchas veces los horarios de las comidas se ‘desordenen’ o que se termine optando por picar cualquier cosa rápida (normalmente insana), a deshoras. Una situación que puede verse aún más acentuada si cabe en estos días en los que nos vemos obligados a permanecer en casa, con la tentación del 'viaje a la nevera' demasiado presente… Si la situación te resulta familiar, y no quieres que estas circunstancias excepcionales que vivimos acaben pasándote factura (tanto en la salud como en la báscula) quizá te sean útiles estos tips que mostramos a continuación:
Haz un plan de comidas. Si esto es importante para cualquier tipo de familia, para quienes viven solos es casi más importante. Como decíamos, resulta facilísimo terminar comiendo lo primero que encuentres en la nevera, mientras que si tienes un plan semanal de comidas sabrás lo que ‘toca’ comer cada día. Algo fundamental también a la hora de ir supermercado, para no terminar comprando cosas (caprichos) que no están en tu lista.
Cocinar más cantidad, una buena idea. Quienes cocinan para una sola persona saben que, en general, la mayor parte de las recetas están pensadas para 4 o 6 personas. Esto no supone un gran problema (la mayoría de las veces, con dividir las cantidades de los ingredientes, solucionado). Sin embargo, merece mucho la pena, ya que estás entre fogones, hacer dos, tres o cuatro raciones más. Sobre todo si son recetas que se pueden congelar bien: guisos, potajes de legumbres, pescados y carnes en salsa como la de la imagen...
Plato único, tu gran aliado. Lo de prepararse primer y segundo plato en todas las comidas y cenas es para nota... Por eso, el plato único es un magnífico ‘amigo’ de quienes cocinan para uno solo. Eso sí, recuerda que éste debe tener un buen equilibrio nutriticional e incluir verduras, un parte de proteína, una parte de hidratos. Estos Noodles con pollo y verduras, por ejemplo, podrían ser una buena opción.
Huevos, de mil maneras. Otro gran aliado son los huevos, socorridos como pocos ingredientes. En muy pocos minutos tendrás lista una tortilla o un revuelto añadiendo en la sartén casi cualquier ingrediente que tengas por la nevera o la despensa: unos espárragos, unos pimientos, una lata de atún… Fácil, rico y sano.
Que no te falten las conservas. Otras grandes ‘aliadas’, para cualquier familia en general y para quienes viven solos en particular. Ya sean de verduras, legumbres, pescados y mariscos… Abres un lata de ventresca de atún, cortas unos tomates, sal, aceite de oliva virgen extra… ¡y ya tienes un platazo! Más rápido, fácil y sano, imposible.
Cereales, también siempre a mano. Pasta, arroz, cuscús, bulgur… Otro tipo de productos que es muy recomendable tener en la despensa. Y si es en sus versiones integrales, mejor que mejor. Por ejemplo, las ensaladas con estos alimentos son rápidas de hacer, aceptan infinidad de ingredientes, y se prestan muy buen a preparar esos platos únicos de los que te hablábamos antes.
¿Verduras y frutas a punto de ponerse malas? ¡Dales otra vida! Cuando uno vive solo es fácil que, si no se es muy previsor, haya productos frescos que se deterioren y terminen en la basura (si no te los comes tú no se los come nadie). Una situación que puede incluso acentuarse estos días, donde nos vemos obligados a comprar cantidades mayores de comida para no tener que salir al mercado a diario. Si son las verduras las que están empezando a ponerse mustias una buena alternativa es convertirlas en ingrediente de sabrosas cremas o sopas. En el caso de las frutas, las macedonias resultan perfectas. Aquí os dejamos un ejemplo de macedonia con fresas y mango.
Fast food, de forma esporádica y mejor casero. ‘Un sándwich rápido y ya está’. Es uno de los pensamientos habituales cuando llega la hora de comer o cenar si uno vive solo. No es malo si nos ‘rendimos’ a la comida rápida de forma esporádica. El problema llega cuando lo que debe ser ocasional se convierte en costumbre. Así que, volviendo a uno de los puntos anteriores, nada como organizar un plan de comidas para evitar este tipo de pautas. Y otro consejo: ese día que, de forma esporádica, queramos solucionar la comida con un bocadillo, al menos, que éste sea casero y con buenos ingredientes. ¿Acaso no tiene buena pinta este pepito de carne de cerdo con tomate y patatas fritas hechas en casa?
Snacks saludables. Si en circunstancias convencionales es difícil resistirse al picoteo (insano) entre horas, el confinamiento hace que esto sea aún más complicado. Y si vives solo, peor aún: sabiendo que no dependes de nadie más para comer o cenar a una hora concreta, es fácil abrir una bolsa de patatas fritas y terminarla sin casi enterarte. Consecuencia: muchas calorías vacías y pérdida de apetito para, después, comer o cenar de forma sana. Por eso es más importante que nunca tener siempre a mano snacks saludables: fruta, yogures naturales sin azúcar añadido… Los frutos secos (un puñado, sin freír ni salar) son también muy buena opción porque sus grasas son saludables y sacian mucho.