¡Sorpresa en MasterChef!: Víctor, uno de los favoritos, es expulsado del concurso

El ingeniero catalán protagoniza una de las despedidas más emotivas e inesperadas de esta edición.

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Samantha Vallejo-Nágera lo pudo decir más alto pero no más claro: “A estas alturas del programa cualquier error se paga caro”. Y, tal y como pudimos comprobar en el programa de ayer, da igual si ese error lo comete uno de los concursantes que mejores maneras había apuntado desde el comienzo para hacerse con el trofeo de ganador de MasterChef 6. Anoche, Víctor, tuvo que colgar su delantal tras una compleja prueba de eliminación en la que no estuvo acertado.

“No llores, cariño”, le consolaba el ingeniero a una emocionadísima Sofía, su ‘alcaldesa’ favorita, con quien ha establecido algo más que una simple relación de compañeros de concurso.

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La décima entrega de esta edición del talent arrancaba con las tradicionales cajas misteriosas sobre los mostradores de las cocinas. Lo que escondían en su interior sí que era menos común: no se trataba de ningún ingrediente culinario, sino de un muñequito que representaba a uno de sus compañeros. Sería a ese colega al que debían hacerle la compra para que éste elaborara con esos productos (un mínimo de 12) un plato libre.

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Así, hubo quien vio una ocasión perfecta para jugar a la estrategia (caso mayoritario de los chicos) o de priorizar más la amistad frente al juego puro y duro (caso de las chicas, bastante más magnánimas a la hora de llenar las cestas ajenas con ingredientes más fáciles de combinar).

También hubo de todo un poco en el veredicto de esta primera prueba por parte del jurado, desde valoraciones muy negativas como las dadas, por ejemplo, al plato de Toni (tachado de ‘horrible’, ‘incomestible’ o ‘insufrible’, según los jueces), hasta los elogios que en esta ocasión se ganó Ketty, con su plato de ‘Arroz Pulleiro’, un homenaje gastronómico que la cubana quiso rendir a su suegro y que no pudo salirle mejor.  “Tiene un saboooooor que te mueres, está espectacular”, sentenció Samantha.

Una receta que, además de los piropos (incluidos los del chef invitado, Jesús Sánchez, del Cenador de Amos) le proporcinó a Ketty uno de los objetos más codiciados de MasterChef: el delantal dorado que otorga a su dueño directamente la inmunidad, pase lo que pase en el resto del programa.

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También le concedió derecho ese deseado mandil la posibilidad de formar los equipos en la prueba de exteriores, de capitanear uno de ellos, y de elegir los platos del menú a elaborar.

En esta ocasión, esta segunda prueba se desarrolló en la localidad cántabra de Santoña, famosa por sus deliciosas anchoas. Así pues, el menú (que debían preparar para 50 comensales que se dedican a la captura y conservación de la pesca cantábrica) no podía tener otro protagonista que no fuera el pescado. De un lado, el equipo azul (formado por Dani como capitán, Oxana y Víctor) debía preparar una cazuela de bocartes y una marmita de bonito; de otro, el equipo rojo (integrado por Ketty, Sofía, Toni y Marta) debía preparar unas albóndigas de verdel y un postre local de curioso nombre llamado chochitos ricos, una especialidad de la respostería de Cantabria.

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Tras un cocinado con luces y sombras por parte de ambos equipos Samantha anunció, a modo de conclusión, que los comensales se habían ido contentos, "pero con hambre". Y es que, una de esas grandes sombras fue la escasez en las raciones (demasiado pequeñas para la generosidad a la que acostumbran las mesas del Norte). Esto, sin olvidar mencionar unas albóndigas servidas prácticamente sin salsa y crudas en exceso; o la confusión entre los 75 huevos y los 7,5 reales que debía incluir el postre, y que les hizo repetir la masa hasta en tres ocasiones…

De modo que, no habiendo un equipo claramente ganador, los jueces optaron por valorar individualmente a los concursantes, salvando de la prueba de eliminación a Marta, Sofía, y Dani.

El resto, esto es, Víctor, Toni y Oxana, deberían jugarse la permanecia en la prueba de eliminación en la que, por cierto, también cocinaría Ketty (su papel como capitana no estuvo a la altura, de manera que, aunque continuaba siendo inmune y no se jugaba nada, sí debía participar en la última prueba).

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En plató les esperaba uno de los retos más complejos y, al mismo tiempo, más interesantes de cuantos hemos visto hasta ahora: un cocinado basado en el Foodpairing, o lo que es lo mismo, una herramienta de creatividad culinaria, basada en la ciencia, que explica qué ingredientes armonizan bien entre sí. Son aquellos que comparten partículas aromáticas y que muchas veces ni imaginaríamos.

Fijándose en esa tabla de combinaciones, y con los consejos del prestigioso chef Andoni Luis Aduriz (Mugaritz, noveno mejor restaurante del mundo), los concursantes debían hacer un plato libre con un producto principal (cada uno el que le hubiera sido asignado) e integrar también en su receta los siete ingredientes con los que, según las reglas del Foodpairing, funcionan bien. Combinaciones, por ejemplo, tan insospechadas como aceitunas negras con fresas; pollo asado con chocolate negro; sepia con panceta y canela; ostras con queso…

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Una prueba realmente compleja que, sin embargo, hizo a Toni brillar (por fin, sin una receta basada en el arroz). Su plato, bautizado por él mismo como ‘Sepia-pairing’, encantó al jurado. “Es un plato muy bueno, muy rico, con un punto virtuoso”, le alababa Pepe Rodríguez.

No tan entusiastas (aunque tampoco malas) fueron las valoraciones para Oxana y su ‘Chicken Choc’. “Es agradable, recuerda al mole poblano. Es coherente en las proporciones”, juzgaban los miembros de jurado.

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Sin embargo, a Víctor el Foodpairing no le trajo buena suerte. No tanto por la estética o la técnica como por el sabor (siempre lo más importante en último término). No supo el ingeniero aplicar de forma correcta los preceptos de esta herramienta culinaria. Un error que finalmente le costó la expulsión, para sorpresa de sus compañeros, incluso de los propios jueces: “Eras mi favorito”, le confesó Jordi Cruz, quien, además, le tendió la mano para trabajar en alguno de sus restaurantes si continuaba mostrando sus buenas actitudes y aptitudes.

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“Se acaba aquí mi viaje en MasterChef y empieza la vida. Me voy tranquilo. Si no lo he hecho mejor es porque no he sabido, no porque no he querido. No he estado a la altura”, aseguraba Víctor entre lágrimas, ante la mirada, igualmente emocionada, del resto de concursantes. Especialmente conmovida estaba Sofía. “Te voy a echar tanto de menos...”, le aseguraba. Una bonita pareja de ‘alcaldes’ muy bien avenida que ahora debe separarse, aunque quizá no sea por mucho tiempo. “Prometí que si llegaba a la final te daría un beso y la promesa sigue en pie”, bromeaba ella al despedirse. ¿Habrá finalmente beso? En muy pocos días, podremos comprobarlo, del mismo modo que conoceremos también qué concursantes llegan a la recta final del concurso más sabroso de la parrilla televisiva.