El café forma parte del desayuno de miles de españoles (y, en muchos casos, es tan solo ‘el primero del día’). Sin embargo, a pesar de estar absolutamente arraigado en nuestra rutina y costumbres sociales, lo cierto es que no siempre sabemos distinguir las cualidades que debe reunir una buena taza de café. Un producto en torno al que circulan (como en el caso de otros tantos ingredientes de la cesta de la compra) no pocos mitos. Uno de los más extendidos: El café es amargo. ¡En absoluto! De hecho, un buen espresso no puede tener un exceso de amargor o de acidez. De hecho, deberá tener un agradable sabor sin necesidad de añadir ningún tipo de azúcar o edulcorante. ¿Y de qué depende su calidad? Son varios los factores: su origen, el modo en que se cultiva, el tueste, el envasado, la molienda, el (buen) mantenimiento de las máquinas donde prepara, la conservación…
A continuación os ofrecemos, del mano de la empresa cafetera española Supracafé, unas pistas básicas para reconocer un buen café:
Color: el tueste del café influye en su color. A menos nivel de tueste más claro será, mientras que si el nivel de tostado es superior, el color del café será casi negro. Por tanto, se recomienda un grado de tostado medio sin llegar a estar pasado o quemado, permitiendo así disfrutar plenamente de su sabor y aromas.
Aroma: por el olfato se puede reconocer si un café es de alta o baja calidad. En el café se encuentran multitud de aromas, unos más agradables que otros. En términos generales, los más agradables suelen ser aromas florales, frutales, frutos secos, chocolates, caramelo, bayas, etc. Los aromas que no son tan apreciados en los cafés de buena calidad son los aromas a madera, tierra, carbón, caucho, goma, paja, ceniza, etc.
Sabor: el sabor es, lógicamente, fundamental a la hora de identificar si un café es bueno. A veces se considera que el café debe ser amargo, pero en realidad es todo lo contrario. Un buen café debe tener un equilibrio y, entre sus principales sabores, debe encontrarse la acidez y el dulzor balanceados.
Fecha de tueste: otra de las cualidades que debe ofrecer un buen café es la fecha de tueste y el origen. Por eso, a la hora de comprarlo en el mercado, hay que fijarse no sólo en la fecha de caducidad, sino también la de tueste. Así podremos conocer el su grado de frescura, factor fundamental a la hora de disfrutar de un buen café.
Tipo de taza: aunque no lo parezca, el tipo de taza también influye en el disfrute de nuestro café. La ideal para el espresso o capuccino es la taza cónica (más estrecha en la base), ya que la bebida se desliza por sus paredes y al caer forma una crema uniforme de color avellana.
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