¿Quién no se acuerda de la sensación que causó Audrey Hepburn interpretando el personaje de Eliza Doolittle en My Fair Lady? Aquella inocente, soñadora, bella y elegante mujer ha vuelto a cobrar vida en la última aparición pública de Nicole Kidman, que puso rumbo a Australia para disfrutar de unos días en compañía de su familia. Después de verla subirse a un avión privado con destino a Melbourne acompañada de sus padres Anthony y Janelle Kidman, la protagonista de Moulin Rouge acudió a las carreras de caballos que se celebran cada año en el hipódromo de Flemington.
Radiante y derrochando elegancia, Nicole, de 45 años, deslumbró con un ajustado vestido de encaje y lazo en tonos blancos y negros, obra de su buena amiga L'Wren Scott, y prácticamente idéntico al que lució Hepburn en aquella inolvidable película, que combinó con una espectacular pamela del reconocido diseñador de sombreros Stephen Jones.
De lo más risueña y simpática, Kidman paseó por las instalaciones del hipódromo ante las miradas y flashes de muchos de los asistentes que no podían creerse que estuvieran viéndola en carne y hueso. "Estoy muy feliz de estar aquí. ¡Me encantan las carreras de caballos! En años anteriores había estado en las de Randwick, pero nunca había venido a las Melbourne, así que valió la pena el viaje", confesó.
Nicole se desprendió por unas horas de su caracterización de la siempre recordada princesa Grace y dejó apartados los guiones de la película, que sin duda está siendo uno de los trabajos más importantes de su vida. "Estoy muy concentrada en el papel e intentando hacer todo lo posible por interpretar como se merece a esta maravillosa mujer", aseguró. Dirigido por Olivier Daha, narra una de las épocas más complicadas en la vida de Grace Kelly y el príncipe Raniero de Mónaco. Con un presupuesto de 24 millones de euros, la película está coprotagonizada por Tim Roth, Parker Posey, Milo Ventimiglia y Paz Vega, que da vida a María Callas.
A pesar de estar con sus padres y el calor y el cariño de la gente, Nicole sin duda echaría de menos a su marido, Keith Urban, y a sus dos hijas, Sunday Rose, de cuatro años, y Faith Margaret, que ya casi tiene dos. El cantante y su mujer se encontraban a miles de kilómetros de distancia, ya que tuvo que acudir a la entrega de premios de la música country (CMA) que se celebraron la noche del jueves en Nashville, Tennessee.