Son la envidia de cualquier pareja de Hollywood que se precie y no hay diez mil kilómetros que puedan con su amor. Las separaciones de Antonio Banderas y Melanie Griffith son sólo por cuestiones laborales, y en sus reencuentros la pareja nos regala siempre imágenes de una envidiable felicidad, como si el paso de los años fuera para ellos sólo un nexo de unión cada vez más sólido. El pasado 14 de mayo el matrimonio celebró su décimo aniversario de boda pero viéndoles cualquiera diría que son una pareja de adolescentes en la primera etapa del enamoramiento.
Una unión llena de complicidad El actor malagueño y su mujer han sabido mantener la chispa de sus comienzos y asentar las bases de una unión llena de complicidad, diversión y colaboración. A carcajada en plena calle fueron fotografiados recientemente mientras realizaban unas compras en Londres, donde al actor está ultimando la post-producción de El camino de los ingleses, su segunda película como director que estrenará el próximo 1 de diciembre. Melanie viajó desde Los Ángeles a la capital inglesa para hacerle una visita y allí, en la ciudad del Támesis, vivieron una segunda luna de miel.
La clave de su éxito ya la explicaba Antonio hace unos meses: la pasión. "En Hollywood 10 años se consideran algo increíble y yo comprendo por qué. Allí la gente siempre busca la pasión acelerada. Cuando esa pasión inicial desaparece de una relación, pasan a alguien nuevo." El secreto es, decía, "que nosotros seguimos enamorándonos mutuamente una y otra vez. Esa es la clave para mantener cualquier relación con vida. También ayudó, que tanto Melanie como yo tuvimos relaciones previas que no funcionaron. Conocemos el tipo de peligros que hay que evitar". La hija del matrimonio, Stella del Carmen, que acaba de cumplir nueve años, y además Antonio mantiene una excelente relación con Alexander, de 21 años, hijo de Melanie y Steven Bauer, y Dakota, de dieciséis, nacida de la unión de la actriz con Don Johnson.
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