Brooke Shields nos presenta a su hija, Rowan, de tres meses

Por hola.com

—Estaba en el parque con el móvil y le oía perfectamente. Dije lo que quería decir sin parar: «Espero que puedas oírme». Después, mi hermana pequeña me dijo que había visto a papá mover los dedos de los pies, así que creo que me oyó.

Brooke, que mantiene una estrecha relación con las dos hermanastras que tenía y las tres que tiene ahora por parte de la segunda esposa de su padre, Didi, no acudió al funeral por su avanzado estado de gestación.

Brooke Shields había mantenido últimamente una relación más estrecha con su padre, un ex ejecutivo de Revlon, quien se divorció de su madre, Teri, cuando Brooke sólo tenía un año.

Mi padre era de la vieja escuela
En las vacaciones escolares, cuando visitaba a su inquebrantablemente republicano padre, Brooke hacía todo lo posible para asustarle, pintándose las uñas de negro y actuando como una rebelde juvenil. «Solía hacer cosas para hacerle saltar —admite—. El era muy de la vieja escuela, y yo luchaba contra eso. Tuve que crecer para entender su sentido del humor.

—Una anécdota para recordar...
—Crecí esperando vivir esa escena del porche que se ve en las películas, esperando mantener esa importante conversación con él, pero una de las últimas cosas sobre las que estuve hablando con mi padre fue sobre un punto de costura, cosa que era completamente ajena a lo que verdaderamente nos importaba a los dos. Acaba reduciéndose a algo tan simple como: «¿Quieres un poco de zumo?». Es divertido darse cuenta, pero también es muy real.

André Agassi, su ex marido, le escribió
Una de las personas que se puso en contacto con ella tras la muerte de su padre en abril fue su ex marido, André Agassi, ahora casado con Steffi Graf, que está esperando el segundo hijo de la pareja para finales de este año. «Hacía años que no hablábamos, y no estoy muy segura de por qué. Después, falleció mi padre y él me escribió. Fue muy espiritual, y me alegro mucho», dice Brooke.

—¿Qué recuerdos tiene de aquellos tiempos?
—Nos refugiábamos el uno en el otro, porque nuestras vidas eran muy grandes y nos sentíamos muy solos en ellas; nos descubrimos el uno al otro en un cajón de juegos —dice, explicando su atracción inicial—. Muchas veces siento que le quiero tanto como cuando estábamos casados, pero nuestras vidas no iban a ningún sitio. Creo que quizá, si hubiéramos podido estar solos en nuestra propia islita en algún lugar...

La relación con su madre
La relación que Brooke mantiene con su madre, Teri, ex actriz, sigue siendo complicada por el control que ejerció sobre su hija de pequeña y su aparente falta de disposición a aceptar durante muchos años que había crecido o incluso que se hubiera casado. La prueba más difícil para Brooke fue cuando decidió que tenía que separarse profesionalmente de su madre y agente. «Le encanta decir que la despedí —dice—, pero cuando tenía veintiocho años, básicamente lo que le dije fue: "Estamos demasiado cerca".

Creo que se cometieron errores y llegamos a un punto en que mi carrera no avanzaba. Quería empezar por mí misma (como actriz), así que me marché. No lo hice elegantemente. Fue como una adicción, la dejé de golpe, pero no podría haberlo hecho de otra manera. Creo que jamás me perdonará que creciera y fuera yo misma». —¿Tener a Rowan hace que la relación sea más respetuosa mutuamente?
—En virtud del hecho de que mi hija está ahí, me distingue como algo independiente de mi madre. Ya soy demasiado mayor para tener estos problemas con ella, pero probablemente siempre los tendré. Una vez que Rowan estaba llorando, mi madre quería intentar tranquilizarla, pero para mí era muy importante que fuera yo quien la calmara. Cuanto más me daba cuenta de que era capaz de hacerlo y de que disfrutaba estando en mis brazos, más fácil me resultaba decir: «Claro, mamá, hazlo».

La mayor diferencia, según señalaba Brooke, entre su educación bohemia, algo caótica, y la de Rowan es que su hija está creciendo en «un hogar de dos progenitores». «Comparto a Rowan a diario con su padre, que es algo muy distinto de como yo me crié. Crecí en una relación de uno a uno, y literalmente éramos nosotras dos contra el mundo. Ahora hay una verdadera comodidad en mi vida hogareña. Me proporciona una plataforma en la que verdaderamente puedo sostenerme, y esto trae mucha libertad consigo. No hay miedo. Siempre hay un hogar al que volver, emocionalmente. No estás constantemente buscándolo».

La llegada de Chris a su vida
Brooke y Chris, hijo de un coronel del Ejército y de una directora de colegio, se hicieron amigos a finales de 1998, cuando él era guionista y ella invitada al especial de la NBC «Navidad en Washington». Al principio, Brooke intentó que saliera con una de sus amigas. «Yo no estaba preparada para salir con nadie. Una se convierte en andrógina o algo así (tras su ruptura con André)» —recuerda—. Conoció a mi amiga, ¡pero no tenía nada que ver con su tipo de mujer!».

La lealtad y el amor de Chris no sólo le ayudaron a superar el fin de sus dos años de matrimonio con la estrella del tenis, sino también el suicidio, en marzo de 1999, de su mejor amigo y coprotagonista en «De repente, Susan», David Strickland. «Chris es muy tranquilo y estable, y eso me ha ayudado mucho. Su sentido del humor es constante y estable, y produce calma en el ambiente —admite—. Conoce el sector en el que trabajo y entiende cómo funciona el juego, cosa que resulta útil porque no me siento aislada en mi propio planeta. Antes, con otras relaciones que he tenido, al llegar a este punto, el mundo en el que habito, a veces era demasiado para ellos».

—¿Cómo definiría, entonces, su relación con Chris?
—Somos verdaderamente la pareja perfecta. Nuestros estilos de vida encajan y nuestro amor mutuo es pleno, y gracias a eso, él es libre de desarrollar su carrera y yo soy libre de desarrollar la mía.