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Este apetitoso cóctel de bogavante abrió el menú del banquete nupcial.
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La tarta nupcial, de cuatro pisos, fue decorada con unas bonitas y originales cadenas de flores.




4 MARZO 2004
Si la boda de la infanta Elena, primero, y de la infanta Cristina, después, recibieron el calificativo de ‘boda del año’, lógicamente ‘la boda del siglo’ para los españoles fue la de Don Juan Carlos y doña Sofía, el 14 de mayo de 1962 en Atenas. Una ceremonia que contó con las más ilustres personalidades de todas las monarquías europeas : La reina Victoria Eugenia de España, los Condes de Barcelona, las reyes Pablo y Federica de Grecia, la reina Ingrid de Dinamarca, los Reyes de Italia, los Grandes Duques de Luxemburgo, los príncipes Rainiero y Gracia de Mónaco, el rey Olaf de Noruega, etc.

Diversos festejos precedieron a la boda: desde un almuerzo informal ofrecido por el Rey Pablo a sus invitados tres días antes del enlace en un restaurante a orillas del mar, hasta la celebración de grandes bailes de gala.

Y por fin llegó el gran día. Tras la celebración religiosa por el rito católico primero, y ortodoxo después, los invitados se dirigieron al Palacio Real en cuyos salones y jardines tuvo lugar el banquete nupcial.

Cadenas de flores para la tarta nupcial

Así, los asistentes al enlace pudieron disfrutar de un sabroso cóctel de bogavante como primer plato seguido por una ‘suprema de ave con verduras y salsa de estragón’. Foie-gras en gelatina fue otra de las delicias incluidas en el menú, mientras que el postre estuvo compuesto por una selección de frutas variadas y un rico helado de moka. Sin olvidarnos, por supuesto, de la monumental tarta nupcial, de cuatro pisos y decorada con unas hermosas cadenas florales. En la cúspide, una corona (en lugar de la tradicional figurita de los novios) culminaba esta obra maestra de la repostería.


   
 

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