¿Y los colores de las sombras? Una opción muy de moda es el azul, desde el más profundo, casi medianoche, al más claro y eléctrico. En general, los azules favorecen a las mujeres de cutis de tonos fríos (rosados o muy claros) y pelo y ojos oscuros, siendo menos adecuados para las de piel melocotón, de declinaciones más cálidas. El toque de actualidad viene de mano de texturas metalizadas o irisadas, muy favorecedoras para la noche. Además, triunfan los contrastes de color. El maquillaje de ojos monocolor, con diversas intensidades de un mismo tono, está dejando paso a combinaciones cromáticas más atrevidas: rosa claro con gris humo; marrón chocolate con verde pistacho o azul hielo; negro y blanco; berenjena intenso con lila… Las reglas de aplicación son inmutables: el tono más claro se aplica desde el lagrimal hasta el centro del párpado y el oscuro, en el tercio exterior y en el párpado inferior. Como toque novedoso, esos tonos claros también sirven para iluminar la mirada aplicados justo en la cola de la ceja.
¿Y si opto por el ahumado? Hay que darle un toque especial. Las miradas enmarcadas en un negro borroso han cedido frente al empuje de colores más refinados: cobre profundo, violeta intenso, gris antracita, marrón chocolate. Con estos tonos se dibujan tanto párpado superior como inferior y se extienden mucho, creando un halo ligeramente difuminado que requiere dos capas de máscara negra para rematar el look.
Efectos de strass en lugares inesperados. Un eyeliner que centellea como un faro. Una máscara de pestañas que las deja cuajadas de perlitas como diamantes. Sombras de brillo de alta intensidad que se aplican también por el párpado inferior. Este tipo de efectos especiales da un aire nuevo y diferente al maquillaje y reinterpreta el strass antes reservado a la ropa o los complementos.
