Bolsos, zapatos e incluso sombreros y cinturones se presentan a juego, a veces incluso elaborados en los mismos materiales. Es lógico que esta pasión por el look total se extienda al maquillaje traducida en el regreso de uñas y labios de un mismo color, una regla básica de elegancia que, sin haberse olvidado nunca, había quedado relegada por el empuje de los tonos neutrales y la manicura francesa. Se reivindica el glamour del rojo, especialmente para la noche. La modernidad viene dada por el aspecto satinado y cremoso de la boca y las tonalidades muy intensas, casi con reflejos púrpuras. Las uñas se llevan cortas, sin que rebasen la yema del dedo en más de dos milímetros.
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