Lo último en miradas viene de Asia, y es la pasión más reciente y rabiosamente actual de guapas, ricas y famosas. Y es que, ¿cómo resistirse a unas pestañas al más puro estilo Betty Boop, de esas que abanican con sólo bajar la mirada, sin necesidad de recurrir a la máscara? Porque eso es exactamente lo que se consigue con las novísimas extensiones de pestañas. Se trata de un trabajo que requiere gran paciencia y habilidad, por su minuciosidad y su origen.
Como en el caso del cabello, consiste en aplicar, una a una, pestañas hechas de material sintético, y fijarlas a la raíz de las pestañas naturales. Un proceso lento y artesanal que lleva fácilmente tres horas, pero que, a cambio, permite lucir unas pestañas largas, oscuras y tupidas durante dos o tres meses sin necesidad de máscara (si bien se puede utilizar) y sin que sean óbice para no poder ducharse, nadar o realizar cualquier otro tipo de actividad, llantos incluidos. ¡Lo aguantan todo!
Claro que el proceso no es barato: entre 250 a 300 € cuesta la primera sesión (actualmente, se realiza exclusivamente en España en The Lab Room de Madrid, tel. 91 431 21 98), y 75 € los retoques posteriores.
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