Si se para a mirar por un momento a su alrededor, puede comprobar que el castaño es el color de pelo más habitual en todo el mundo. Aun así, tiene muchos matices, que le llevan a rozar con el rubio en los tonos más claros y que se oscurecen mucho en otras personas. Así, este color ha dejado de ser un tono discreto para declinarse en otros más sensuales y golosos, que van del coñac más sedoso al delicioso chocolate, gracias a su gran versatilidad. Pero, aunque en menor medida que otros tonos, como el rubio o el pelirrojo, también tiene sus necesidades y requiere de unos cuidados y unos productos concretos.

Uno de los mayores problemas surge cuando aparecen las primeras canas. Existen varias soluciones posibles para contrarrestarlas, entre ellas, una buena opción es la henna, que da muchísimo brillo y un reflejo que va del chocolate al cobrizo. Con ella, las canas parecerán mechas más claras.

También puede probar con los tintes tono sobre tono, excelentes para disimular canas. No alteran el color natural, sino que sólo le dan más intensidad. Además, se evita el efecto raíz al ser del mismo tono que la base.

Una de las constantes de las mujeres con el pelo castaño es que suelen apostar por las mechas, para dar una tonalidad menos apagada y más volumen visual a su cabello. Por ello, como sucede siempre que se recurre a ellas, hay que tener en cuenta que el cabello teñido o con mechas (especialmente si es muy fino) necesita más mimos que nunca, pues tiende a deshidratarse. Se convierten en aliados indispensables los champús y acondicionadores especiales para pelo teñido, y es conveniente usar mascarillas con frecuencia y no abusar del secador.

Y un último consejo para las castañas: cuidado con las mechas muy rubias, pues pueden resultar demasiado obvias. Para dar riqueza y sensualidad al cabello, nada como jugar con dos tonos caramelo y tofe, o bien con reflejos ligeramente cobrizos.