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No es conveniente plantearse una hora fija de llegada, pues ello puede obligar a aumentar la velocidad o a realizar maniobras peligrosas.
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Enfermedades y conducción
Si padece algún proceso o enfermedad crónica que precise de tratamiento médico, en principio no debe alterar éste al conducir. De todas maneras, hay que consultar al médico si puede realizar viajes conduciendo y qué pautas debe seguir durante él.
Hipertensión. Las personas hipertensas pueden conducir. Si están en tratamiento, deben preguntar los prosibles efectos secundarios del mismo. Si ha padecido alguna vez lipotimias o mareos, conviene asegurarse de que éstos están controlados.
Diabetes. No hay problema en que las personas que la padecen conduzcan. La dieta o la insulina son los tratamientos más frecuentes. Y ojo a las crisis de hipoglucemia: al volante, pueden ser una situación de extremo peligro.
Enfermedades neurológicas. Los pacientes con epilepsia o mal comicial deben estar muy bien controlados para poder conducir. Cualquier alteración del sistema nervioso desaconseja la conducción.
Enfermedades de los ojos. Al volante, “la vista es la vida”. No debéis conducir con cualquier alteración ocular que dificulte la visión.
Enfermedades psiquiátricas. La conducción está totalmente desaconsejada si se padece alguna enfermedad de este tipo.
Estados de ánimo alterado. La euforia, la ira, la tristeza, la depresión no son aconsejables para conducir. Es muy peligroso conducir es estado depresivo.
En todo caso, la mejor forma de evitar riesgos al volante, si se están tomando medicamentos, es pedir consejo a su médico y conocer sus efectos secundarios. Debe estar bien informado y evitar conducir, sobre todo, cuando tome medicamentos que induzcan al sueño o disminuyan la capacidad de alerta o de reacción de los órganos de los sentidos (sobre todo vista y oído) o del sistema nervioso central.
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