Preparados, listos... ¡sol!

Conseguir un bronceado que sea a la vez sano, bonito, duradero y seguro tiene sus reglas.

Por hola.com

Una superficie impecable
Cuando de un moreno reluciente se trata, hay que cuidar la piel tanto por dentro como por fuera. Y para ello, nada como la aplicación, al menos dos veces por semana, de un exfoliante corporal.
Realizar un buen peeling de pies a cabeza es una forma excelente de asegurar una piel libre de células muertas, lo que a su vez redunda en un moreno más liso y uniforme, más jugoso. Un beneficio extra es que cualquier producto que se aplique tras una exfoliación actúa de forma más intensa al penetrar más profundamente, aumentando por tanto su eficacia.

La prudencia, gran consejera
Pero todos estos buenos propósitos no servirían de nada si no se ejerciera a la vez una sensata moderación. Nada de empeñarse en broncearse en el primer fin de semana de sol. Lo único que se conseguiría es quemarse y acabar a ronchas y descamada
Ya sabe: hay que usar protección de índice 15 como mínimo los primeros días, y exponerse poco a poco, evitando las horas de mayor radiación solar, que son las del mediodía, optando por las primeras de la mañana y las últimas de la tarde. El bronceado así obtenido dura más y es más favorecedor. Como decían las abuelas: "mejor, despacito y con buena letra".

Dar agua a la piel
Como explica la doctora Elena Fernández, especialista en medicina estética y en hidrología, "cuando la piel está bien hidratada, la capa córnea se muestra más homogénea y las células se encuentran en buenas condiciones, lo que hace que también se broncee mejor". Todas hemos observado que una epidermis seca, de aspecto apagado, no adquiere un tono luminoso bajo el sol, sino que se torna igualmente grisácea. Si a esto sumamos que en verano, al sudar más, perdemos más agua, cabe imaginar que conviene aumentar la cantidad de líquido que se ingiere en cuanto suben los termómetros si se quiere mantener la piel en buen estado.
"Esto no sólo se consigue bebiendo agua", continúa la Dra. Fernández, "sino también a través de alimentos muy ricos en este elemento, como el melón, la sandía, la lechuga, el tomate, los espárragos, el cardo, las berenjenas o la coliflor". Lógicamente, esto debe ir combinado con la utilización regular de una buena crema hidratante, tanto en el rostro como en el cuerpo.

Vitaminas a todo color
No sólo de agua vive la piel, sino también de nutrientes. Y cuando de bronceado se trata, existe un grupo especialmente importante: los betacarotenos. Estos se encuentran en frutas y verduras de color anaranjado, como la zanahoria, y además de ser excelentes antioxidantes, ayudan a que la piel tome un bonito tono dorado. Eso sí, tampoco conviene excederse: más de uno ha acabado con el cuerpo amarillento por haberse excedido en la dosis... En el mercado de farmacia y parafarmacia existen complementos alimentarios a base de betacaroteno que mejoran la calidad del bronceado, aunque lo idóneo es comenzar a tomarlos quince días antes de la exposición solar para sacarles el máximo provecho.