Cuidados naturales tras un día de sol

Tanto para mantener el bronceado como para atenuar los efectos negativos del sol la naturaleza te proporciona las mejores herramientas.

Por hola.com

La mejor forma de mantener un bronceado bonito pasa, en primer lugar, por tomar el sol con precaución y usando la cabeza, tal y como venimos recomendando desde los pasados números. En segundo lugar, hay que devolverle a la pobre piel al menos un poco de lo que pierde al calor de los rayos ultravioletas. Poco se puede hacer por "desfacer el entuerto" y arreglar el mal que el sol causa sobre el colágeno y la elastina, pero al menos debemos aportar a la epidermis todo el agua posible, tanto desde dentro como desde fuera.

  • ¡Agua va! Lógicamente, cuando se está al sol, se transpira más, lo que se traduce en una mayor pérdida de agua a través de la piel. Para compensarlo, nada como beber agua. Mucha, y a ser posible sin gas, para evitar la hinchazón que conlleva el gas carbónico. Tener siempre a mano una botella fresquita llena de agua es la mejor forma de compensar la que se pierde a través del sudor.
    Es importante recordar que se debe beber antes de tener sed. Cuando se siente la boca seca y ansiamos un vaso de líquido, es porque el cuerpo ya hace demasiado tiempo que se siente desatendido en sus necesidades hidrológicas.

  • La piel también tiene sed. Pero no sólo el organismo acusa esta falta de agua. La piel, no por nada el mayor órgano de nuestro cuerpo, se resiente. Y eso se nota al instante. Se torna áspera, rugosa, perdiendo su brillo y adquiriendo un tono apagado y hasta grisáceo en los casos más extremos.
    Las áreas más afectadas son generalmente las piernas, puesto que allí existen menos glándulas sebáceas y, por tanto, hay una menor protección natural. La mejor forma de compensar este fenómeno es usar crema en grandes cantidades y muy a menudo. Después de tomar el sol conviene usar un after sun, ya que son productos ricos en agentes calmantes e hidratantes (hablaremos en más detalle sobre ellos en el siguiente número). Cuando se siente que la piel lo necesita, no hay que contentarse con aplicarlo una sola vez, sino repetir hasta sentir que se encuentra hidratada.
    Las pieles muy secas pueden recurrir a un pequeño truco casero como usar, tras la ducha, un poco de aceite de baño sobre la piel aún mojada. Esto forma una película que retiene el agua de la piel, aunque ha de tenerse cuidado al aplicarlo para no sufrir peligrosos resbalones. Después, se recurre a una buena crema hidratante, bien untuosa, de pies a cabeza, a modo de mascarilla corporal. Tarda tiempo en absorberse, pero queda una piel de seda.

  • Los antioxidantes, el batallón de apoyo. Uno de los principales efectos negativos del sol es su capacidad para crear radicales libres, electrones desparejados que arrasan con toda célula que encuentran, provocando un fenómeno de oxidación que se traduce en un envejecimiento del organismo.
    El organismo cuenta con sus propios soldados para defenderse, los llamados antioxidantes. Son agentes como las vitaminas C y E o los flavonoides, que paran esa agresión y preservan la juventud del cuerpo, piel incluida. Por eso, en esta época de sol, no está de más potenciar el consumo de fruta y verdura fresca, alimentos ricos en esas vitaminas tan necesarias. Los zumos son una buena opción, siempre y cuando se tomen recién hechos para mantener vivas todas sus vitaminas.

  • El té verde, un gran aliado. Dentro de la categoría de los antioxidantes destaca por derecho propio el té verde, que a diferencia del té negro, el más habitual en nuestro país, no está fermentado, razón por la que es mucho más rico en hierro y otros minerales. Una de las grandes ventajas del té verde es que tiene no sólo un gran poder antioxidante, sino que además potencia la función renal, combatiendo la retención de líquidos. Al tener una baja concentración en teína, no tiene los efectos estimulantes propios del té negro, por lo que puede ser consumido incluso por personas muy nerviosas, aunque quienes sufran de hipertensión deberían consultar con su médico. El té verde puede tomarse en cualquier momento (se puede preparar y mantener frío en la nevera), aunque se recomienda no tomarlo en ayunas, dado que por su efecto depurativo, puede alterar la flora intestinal.