Los que más la necesitan, son las que menos la quieren: los niños ¡aborrecen! que les molesten y entretengan con cremas y advertencias. Ellos lo único que quieren es jugar y pasárselo bien. Por eso, una de las tareas más latosas con que madres - y padres, por cierto - se pueden enfrentar en los días de playa y piscina es la protección frente al sol de los más pequeños. Es mucho más importante de lo que parece. Por muy tentador que sea ver a los niños tostaditos, con ese tono color caramelo que cogen, hay que recordar que su sistema de formación de melanina y, por tanto, de protección, no está formado del todo hasta los catorce años, y por tanto, cada rayo de más que reciban puede ser causa de cáncer en el futuro, ya que la piel tiene memoria y recuerda las agresiones que suceden durante la infancia.
16 a 29: más vale prevenir
En la década de los veinte cuesta pensar en el futuro, en ese momento en que pelo, cuerpo y piel se encuentran en un momento espléndido y los temas de arrugas y manchas parecen ser cosa de otros Pero, ¡ay, mujer precavida vale por mujer más guapa! A la hora de tomar el sol hay que tener en cuenta el concepto "capital solar". ¿Qué significa? Cuando nacemos, tenemos una determinada y limitada capacidad de defensa ante la radiación ultravioleta, que vamos consumiendo a medida que nos exponemos a ella. Es como el dinero: cuanto más conservador seamos con él, más nos durará. Y en invierno, hay que dar un descanso a la piel para que se pueda recuperar y dejar que se regenere.
30 a 44: los primeros signos
Ahora suele ser el momento de arrepentimiento, especialmente para la generación de mujeres de treinta a cuarenta, que crecieron aplicándose la crema de la vaca y tomando el sol tipo kamikaze. Los efectos se perciben ahora en forma de las primeras manchas, un cutis que parece más apagado y flacidez que se manifiesta en una piel con falta de tono. Para evitar que vaya a más, hace falta tomar el sol con mucha, mucha cabeza, no sólo usando protectores adecuados, sino también usando sombreros y camisetas, manteniéndose a la sombra y evitando las horas de máxima intensidad solar. Ahora más que nunca es un momento excelente para sacar el máximo provecho a los autobronceadores, que dan ese tono dorado sin sacrificar la piel.
45 a 99: fuera manchas
Las pieles maduras se broncean más lentamente y peor porque a los melanocitos les cuesta más sintetizar la melanina. Es decir, el color es menos uniforme y a eso se une la aparición de manchas. No sólo eso: es más fácil que aparezcan irritaciones y picores porque el sol altera todos los mecanismos de defensa de la piel. Sinceramente, lo mejor es evitar la radiación ultravioleta por completo, manteniéndose a la sombra.