Un rostro lleno de luz

La luminosidad y una tez radiante son los nuevos objetivos –conseguidos– de la cosmética.

Por hola.com

Primero se pensó que eran las arrugas las únicas culpables de que los años dejaran su marca en el rostro. Después se tuvo en cuenta otro factor importante: la flacidez. Y ahora sabemos que en la piel hay otro elemento clave a la hora de transmitir juventud: el aspecto de la tez. Porque con los años, el cutis no sólo se arruga o muestra pérdida de tono, sino que además, se apaga. Pierde su frescura y su natural color sonrosado, se hace más opaca y, a la vez que se hace más fina, a veces casi transparente, pierde luminosidad.

Precisamente esta palabra es una de las nuevas claves de la cosmética actual. Hoy en día no basta con un rostro sin arrugas: además, ha de tener luz. ¡Mucha luz! Un concepto que se encuadra no sólo dentro de los productos más novedosos en tratamiento, sino también en color y maquillaje. Adiós a los colores opacos, a las texturas pesadas, a las bases de maquillaje ultracubrientes… Si las nuevas cremas se esfuerzan en mostrar una piel radiante, el maquillaje sólo busca sublimarla.

Una superficie lisa y regular
Para que nuestra vista sea capaz de captar un objeto, se ha de reflejar la luz en él. Cuanto más lisa sea esa superficie, mejor rebotarán sus rayos, razón por la que un espejo devuelve toda la luz que recibe y una superficie rugosa, como la hierba, parece absorberla. Lo mismo sucede con la piel. Cuando la epidermis -su capa más superficial- está lisa y tiene una textura regular, la luz rebota en ella suavemente, lo que le da más brillo. No sólo eso: el doctor Richard Wells, explica que con la edad las proteínas de la piel se vuelven rígidas, lo que conlleva una pérdida de transparencia y la desaparición de las tonalidades rosáceas más cálidas, quedando de un tono pálido, más apagado y sombrío". Factores como la deshidratación, la irritación o la acumulación de células muertas hacen que la capa córnea se vuelva irregular y, por tanto, la refracción lumínica sea peor. Conseguir unos niveles de hidratación óptimos en la epidermis y contrarrestar la inflamación invisible y la oxidación son pasos necesarios. Si a eso unimos además una exfoliación constante, que consiga mantener estable y constante el ritmo de renovación celular - como sucede con la piel joven, que se renueva cada 28 días frente a los 40 ó 50 de la piel madura- se plantan las bases para una piel uniforme.

Mucho movimiento
Con el nombre de microcirculación se denomina la circulación de la sangre por los capilares, los vasos más finos, que juega un papel fundamental en su salud. De su correcto funcionamiento depende, entre otras cosas, la luminosidad, ya que la microcirculación permite el transporte de oxígeno y nutrientes, además de eliminar el CO2 y los desechos metabólicos. Situada en la dermis, desde donde alimenta a la epidermis, es la responsable del tono rosado de la piel. Por eso, cuando es deficiente y no cumple adecuadamente con su función de eliminación de toxinas y aporte de alimento a las células, lo que se traduce en una piel más gris. Las causas de que vaya más lenta son muchas: estrés, cansancio, agresiones externas, tabaco y… la edad, porque con los años, disminuye la red capilar. Peor irrigada, la piel pierde luminosidad.