Todavía, el método más sencillo y menos comprometido para conseguir un cabello liso es el brushing. Claro está que dura tan solo hasta el siguiente lavado (siempre y cuando no haya chaparrones ni similares), pero los nuevos productos y herramientas de peinado lo hacen cada vez más fácil.
En primer lugar, hay que usar un cepillo redondo y grueso, a ser posible de cerdas de jabalí. Cuidado con los de centro metálico, pueden recalentar el cabello.
Igualmente vale la pena gastar un poco más en el secador, que debe ser lo más potente posible, llegando a los 1.800 ó 2.000 wattios. Lo último en alisado del cabello son los secadores iónicos, que ayudan a controlar el encrespado y que facilitan notablemente este proceso.
Las más perfeccionistas pueden utilizar finalmente unas planchas de alisado para un resultado impecable, aunque éstas tienen sus reglas de utilización.
Se aplican sobre pelo seco, pero cubierto anteriormente con un protector termal, y mechón por mechón, pasando las planchas rápidamente, sin dejarlas posar demasiado tiempo sobre el cabello. Lo mejor y más nuevo en planchas son las de cerámica, que reparten el calor de forma uniforme y son menos dañinas.
SI ERES ADICTA AL SECADOR
TRATAMIENTOS DE ALISADO: CONOCE SUS DOS CARAS
El liso que vino de Oriente
Desde Japón llega el pelo más lacio que jamás se viera, y todo eso gracias al alisado termal, un proceso largo (dura de tres a cuatro horas) que deja el pelo, literalmente, planchado. ¿La ventaja? Es un tratamiento permanente, que dura de cinco a seis meses, y que deja el pelo con un brillo extraordinario al cerrar y aplanar perfectamente la cutícula. Su desventaja es el precio y que no puede usarse sobre pelo demasiado castigado, pues se corre el peligro de fragilizarlo en exceso