ABC del pelo bonito

Una guía escueta y alfabética para conocer los términos más importantes a la hora de lucir un pelo lleno de fuerza y vigor.

Por hola.com
  • A de acondicionador. Es un producto clave a la hora de conseguir un pelo suelto y lleno de vida. Es más importante distribuirlo bien por todo el cabello, para que cubra toda la fibra capilar, antes que dejarlo actuar mucho tiempo. Si se tiene la raíz grasa y la punta seca (caso frecuente en el pelo con coloreado) se debe aplicar tan sólo en medios y puntas, o apostar por acondicionadores sin aclarado, que se extienden sobre el cabello limpio y mojado únicamente donde se necesita.
  • B de brillo. Cada cabello está recubierto por una capa externa dispuesta como las tejas de una casa. Si se encrespan, la luz no se refleja en ellas y no brilla. Para evitarlo, conviene acabar el lavado con agua fría (cierra esas escamas) y secarlo siempre de arriba hacia abajo.
  • C de cantidad. El número de cabellos por centímetro cuadrado está determinado genéticamente, pero se puede mejorar su aspecto con los complementos alimentarios (de venta en farmacias) que, con paciencia (tardan al menos tres meses en apreciarse los resultados) ayuda a que salga más fuerte.
  • D de diámetro. Viene genéticamente determinado, pero cuando es fino se puede engrosar con champús y productos volumizadores, y secando el cabello cabeza abajo. Si, por el contrario, es muy grueso, convienen productos que le aporten cuerpo y peso, como los champús 2 en 1 o los sérums.
  • E de elasticidad. El cabello tiene gran capacidad de extenderse y torcerse, pues puede llegar a estirarse hasta en un 30%. Si se estira más al secarlo o peinarlo, puede llegar a romperse.
  • F de fuerza. El pelo es muy fuerte: un solo cabello puede aguantar un peso de cien gramos ¡sin romperse! Una alimentación rica en vitamina B y el aminoácido cistina le da más vigor y resistencia.
  • G de grosor. Viene determinado genéticamente, aunque el cabello rubio y pelirrojo suele ser más fino que el oscuro.
  • H de hidratación. El contenido de agua del cabello oscila entre un 10 y un 13%. Si es inferior, el cabello se torna seco y se quiebra con facilidad. Para mantener esa tasa, no sirve de nada beber agua: hay que usar productos suaves, hidratantes y, si hiciera falta, mascarillas de forma regular.