¿Le apetecería disfrutar de un relajante baño de agua caliente? Esa es la esencia del baño japonés, en el que los ciudadanos nipones se toman un respiro de auténtico relax y bienestar. Curiosamente, esta práctica en Japón no es para lavarse, sino para disfrutar del momento y charlar entre amigas, como se suele hacer en un hammam, cerrando los ojos y admirando el paisaje, o simplemente evadiéndose del entorno. A los baños públicos, llamados onsen (fuentes termales con baños de agua muy caliente con azufre), se acude para purificar el cuerpo con el fin de que se encuentre en perfecta armonía con la naturaleza.
La limpieza de la parte superior del cuerpo se realiza según un ritual que puede durar mucho tiempo. Sentadas sobre un taburete de madera colocado al lado de la bañera, las japonesas empiezan lavándose el pelo incluso hasta tres veces seguidas, y luego se aplican una loción para después del champú que dejan actuar durante un periodo de tiempo predeterminado. Luego, se frotan todo el cuerpo con un tenugui, una toallita de algodón larga y estrecha. Y al final, se aclaran con el agua de un pequeño cubo de madera. Y es que hay que lavarse muy cuidadosamente antes de meterse en la bañera. A continuación, se introducen en un baño de agua muy caliente en el que han sumergido unas bolsitas perfumadas de propiedades tonificantes y relajantes.
Dado que es un ritual social, más que de higiene, es importante sumergirse muy limpia en el baño, ya que cuanto más impoluta se entre en el agua, más limpia se quedará la pileta para quien la utilice después. ¡Es cuestión de civismo hacia el prójimo! Después del baño se dedica un tiempo a la relajación.
Hay onsen de muchas categorías, modestos y públicos, y otros de lujo, que ofrecen servicios ‘extras’, como salón de masaje, maravillosas vistas, etcétera. La clave es salir completamente relajado. No dude en probarlo si se anima a visitar el país del sol naciente.
