Son cada vez más las mujeres que consideran que sienten que tienen la piel
sensible. Sin embargo, a menudo se confunden las reacciones del cutis ante
agentes irritantes con una hipersensibilidad natural, ya que existen
diferentes tipos de sensibilidad cutánea.
Sensibilidad hereditaria. Es la piel sensible por nacimiento, a menudo caracterizada por sufrir de
dermatitis atópica en la infancia. Suele corresponder a cutis claros, que
reaccionan mal a cualquier cambio de temperatura, a las comidas picantes, y
que muestran tendencia a la cuperosis.
Sensibilidad inducida. Es la que sufre la piel que, sin ser sensible por naturaleza, acaba siéndolo
por la influencia de agentes externos como pueden ser tratamientos
cosméticos inadecuados, peelings (sean láser o químicos) o cualquier tipo de
intervención estética. A veces, esta sensibilización se produce por motivos
internos, como la ingesta de ciertos medicamentos, y las manifestaciones son
iguales a las que tiene la piel sensible genéticamente.
Sensibilidad idiopática. Caso muy común actualmente, se da en las mujeres que sienten que su piel,
aun sin ser sensible por naturaleza, se irrita con facilidad.