Con la llegada del verano y las prisas por lucir un cuerpo perfecto en la playa, muchas personas se deciden a pasar por el quirófano apresuradamente. Sin embargo, no hay que olvidar que estas operaciones implican ciertos riesgos (a pesar de la aparente facilidad que muestra la publicidad) y requieren una serie de cuidados, tanto antes como después de la intervención.
Por ello, la mayoría de los médicos recomiendan el otoño como el momento ideal para someterse a las operaciones estéticas, ya que a la vuelta de las vacaciones se dan las circunstancias idóneas pera que los resultados sean óptimos. Entre ellas:
- El tiempo necesario para tomarse el asunto con calma, al no existir la prisa por lucir palmito en la playa de forma inminente. El objetivo más cercano a la vista son las Navidades o incluso el verano siguiente, sin prisas.
- Permitirse analizar el asunto con toda tranquilidad, y así elegir el cirujano y el lugar más conveniente sin prisas.
- El disponer de tiempo para someterse a todas las pruebas previas necesarias y, sobre todo, para cumplir rigurosamente las recomendaciones postoperatorias.
- La temperatura más fresca del otoño favorece la buena cicatrización y disminuye el riesgo de infecciones, mientras que el exceso de sudoración propio del verano no es favorable, en este sentido, para la recuperación.
- El uso de fajas compresoras, necesarias en el postoperatorio de algunas intervenciones, como liposucciones o abdominoplastias, es bastante más llevadero con el clima otoñal.
- En la mayoría de los postoperatorios se restringen los baños prolongados tanto en bañeras como en piscinas o mar, lo que es más difícil de cumplir cuando se está de vacaciones.
- También el sol es enemigo de las operaciones de estética, ya que la exposición a los rayos solares se prohíbe en los días posteriores a la intervención para evitar cicatrices indeseables. Un motivo más por el que dejar el quirófano para la vuelta de vacaciones.