Conocer tu tipo de piel es esencial para acertar con los cosméticos que utilizas, y descubrirlo puede ser tan sencillo como poner en práctica este truco: lávate el rostro solo con agua, sécalo y espera entre media hora y una sin aplicar ningún producto. Según sientas la piel entonces (normal, tirante, enrojecida, etc), podrás determinar a qué clase pertenece.