Desde el mismo momento de su nacimiento, o incluso antes, comenzamos a preocuparnos por la salud de nuestro bebé. Así, ya en el momento de nacer es conveniente la presencia en el paritorio de un especialista en medicina infantil o de un neonatólogo para atenderle.
Explorará al niño y evaluará su vitalidad mediante el test de APGAR, en el que puntuará de 0 a 2 estos cinco parámetros: latido cardiaco, color de la piel, tono muscular, movimientos respiratorios y reacción ante estímulos. El niño, nada más nacer, está cubierto de"vernix", tiene la cabeza algo deformada y la cara hinchada, debido al moldeamiento del parto. Su color es rojo y, a veces, amoratado. Es importante abrigarlo bien para que conserve el calor.
El pediatra debe medirlo, pesarlo, explorar sus reflejos, respiraciones y latido y realizar un examen externo minucioso para descartar malformaciones o malposición. Hay que recordar que los niños recién nacidos duermen casi todo el día y sólo se despiertan para comer, que hacen deposición cada vez que toman el pecho y que se pueden poner levemente amarillos entre el tercer y sexto día de vida.