Es, tal vez, una de las dietas que ha levantado un mayor número de comentarios, a favor y en contra. Debe su nombre a su principal artífice, el nutricionista Robert Atkins, (recientemente fallecido), que propuso en la década de los años 60 un régimen de adelgazamiento novedoso y que difería notablemente de los propuestos por otros expertos. Su principal eje es que atribuye a los carbohidratos (una gran fuente de energía) el aumento de peso, por lo que basa sus principios en una reducción casi total de estos hidratos de carbono (arroz, cereales, fruta, verduras...). Por el contrario, permite comer ilimitadas cantidades de proteínas (carne, huevos, pescado...) y grasas (mayonesa, aceite, mantequilla, margarina...).
Esta dieta no ha tenido un camino de rosas en su evolución y ha sido criticada por la clase médica por sus efectos poco saludables: es una dieta descompensada, ayuda a perder masa muscular y agua, no grasas, según algunos expertos favorece la aparición de tumores en el colon... Pero también tiene sus firmes defensores, que se basan en sus demostradas propiedades adelgazantes, además de que recientes estudios demuestran que la dieta Atkins tal vez no sea tan mala para la salud del corazón como se creía con anterioridad.
Pese a las suspicacias y las críticas, lo cierto es que este plan de reducción de peso alto en proteínas y bajo en carbohidratos no pasa de moda. Y parece ser que Catherine Zeta-Jones y Gery Halliwell se encuentran entre sus seguidores.
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