Raquel Sánchez Silva, la inesperada repostera, nos muestra su cara más dulce: ‘Los postres me chiflan’

—Escribir un libro a cuatro manos no es algo muy frecuente, Montse, y menos de repostería. ¿Por qué se te ocurrió y por qué pensaste que Raquel era la persona ideal para hacerlo?

—Fue, más bien, algo que se nos ocurrió a las dos. El primer día que trabajamos juntas nos dimos cuenta de que nos entendíamos muy bien y que ella me hacía preguntas que yo ni me planteaba, porque para mí eran cosas obvias. Nos pareció que podíamos hacer un libro diferente y didáctico, en el que ella me ha sacado unos conocimientos que, muchas veces, no salen a la luz.

©MATÍAS PÉREZ LERA

—Para ti, Raquel, ¿cómo ha sido tu primera experiencia en el género culinario?

—Ha sido maravillosa, porque nunca había escrito nada parecido. Esta vez no he tenido que crear una historia, sino que he sido testigo privilegiada de ella.

—¿Qué dirías que ha sido lo mejor?

—El aprender. No hay ninguna experiencia tan picante, crujiente y, nunca mejor dicho, dulce como eso.

—Doy por hecho que sois muy buenas amigas y que os entendéis a la perfección, pero, a la hora de tomar decisiones sobre el libro, ¿hubo discusiones entre vosotras?

—Ninguna. Las dos nos respetamos mucho como profesionales y nunca se me ha ocurrido cuestionar nada que tenga que ver con la pastelería de Montse. Ella, por su parte, se ha dejado guiar por mí en todo lo referente a la comunicación.

—Lo que sí habrá habido son muchos momentos de diversión.

—Sí, nos hemos reído muchísimo, sobre todo, porque yo he cometido muchos errores y el horno de mi cocina ha sido el tercer invitado de esos desastres.

—¿Has aprendido algo de Montse? ¿Qué has sacado en claro?

—Lo que he aprendido es que la forma más directa y eficiente de hacer pastelería es comprender los procesos. Si entiendes la razón por la que se corta una mezcla o la nata, o lo que está pasando en un chocolate cuando se bloquea, el camino es más sencillo.

“¡Cómo no se lo van a pasar bien mis hijos en la cocina! Todos los niños disfrutan cocinando. Es una experiencia sensorial para ellos”

—Después de tu experiencia, ¿se podría decir que el amor y el cariño son de los ingredientes más importantes de una receta?

—Para Montse, sí. Siempre lo dice. Pero yo diría que, en la pastelería, también hay otros ingredientes muy importantes, como la determinación y la tenacidad.

—Recurriste a Montse para prepararte para MasterChef, ¿cómo es trabajar con ella?

—Montse es una magnífica pastelera y una maestra extraordinaria. Cocina y te enseña a hacerlo con la misma pasión.

—Y tú, ¿cómo descubriste tu pasión por la cocina y, sobre todo, por la repostería?

—Yo creo que el mundo de los viajes ha tenido mucho que ver.

—¿Disfrutas más cocinando platos dulces o salados?

—Yo creo que me gustan por igual, pero confieso que soy golosa y me chiflan los postres.

—¿Cuál es tu dulce estrella? Ese que preparas cuando quieres sorprender a alguien o lucirte.

—Me encantan las tartas de limón y la de queso con frutos rojos.

—¿Y cuál es el favorito de tu familia?

—Para los mayores, la tarta de queso. Y para mis hijos, una buena tarta de chocolate o la chocotorta argentina.

©MATÍAS PÉREZ LERA

—¿Les gusta a ellos meterse en la cocina contigo?

—¡Cómo no lo van a pasar bien mis hijos en la cocina! Todos los niños disfrutan cocinando. Es una experiencia sensorial para ellos.

—Raquel, además de este libro, ¿qué otras novedades y proyectos tienes en mente?

—Tengo en mi agenda algunos proyectos preciosos que espero que pueda dar a conocer pronto, pero ojalá nos den también la oportunidad de poder hacer en breve una nueva edición de Maestros de la costura.

—Raquel, Montse, para terminar, ¿con qué postre finalizaríais esta entrevista?

RAQUEL.—Yo elegiría un postre refrescante y ácido.

MONTSE.—Yo tengo muchos preferidos, pero uno que me llama especialmente la atención es el de fresas, crema de limón y azafrán, avellanas, coco y albahaca. Es muy refrescante. Y también me gusta mucho el pastel de chocolate. El primero sería para un primer postre y el segundo, para terminar un buen menú. Sin lugar a dudas, la nota de chocolate es un buen broche para un final de fiesta.

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