Marta Lozano, la ‘influencer’ española que ha deslumbrado en Cannes nos desvela detalles de su boda

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—¿A quién te has encontrado en Cannes?

—¡A quién no me he encontrado! En la habitación de al lado estaba Tilda Swinton, con su pelo amarillo y sus cosas. También coincidí con Poppy Delevingne y Sharon Stone en la alfombra roja. Muy fuerte.

—¿Sigue imponiendo posar en Cannes?

—Siempre. Sobre todo, cuando te recogen con el coche en el hotel. Y eso que me alojo en el Majestic y desde mi habitación veo la alfombra roja. Pero esos minutos en el coche son como un parto.

—Has deslumbrado con el diseño de Caprile.

—Tenía muchas ganas de ir vestida de él. Nunca había llevado nada suyo y, cuando supe que volvía a Cannes, fue la primera opción que tanteamos.

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—¿Y lo de acudir con pantalones?

—El día que conocí a Lorenzo Caprile ya tenía pensado el diseño. Cuando me dijo que había falda, pero también pantalón, me quedé como… “¿Pantalón?”. Pero me dio confianza e hizo un lookazo.

—Caprile también acertó con el mítico vestido rojo que llevó doña Letizia en la boda de Federico y Mary de Dinamarca. Para ti será un orgullo llevar ahora un vestido suyo.

—Mucho. Él también tenía muchas ganas de hacer un look para este festival y él quería que estuviera muy marcado su sello. Eso fue lo que le motivó hacer este diseño, que es un Lorenzo Caprile en toda regla. Y yo encantada, claro.

—¿Has participado en el diseño?

—Él ya tenía bastante claro lo que quería hacer, pero siempre me ha preguntado a mí y ha sido respetuoso. Ahora estoy en un momento de la vida en el que todo me apetece. Pero había cosas que íbamos intercambiando. Es un diseño que ha llevado su proceso. Normalmente, no hago tantas pruebas y he hecho cuatro. En la última, que fue en la mañana el mismo día que vine a Cannes, hicimos algunos cambios.

—¿Cuándo te reuniste con Caprile?

—Ha sido contrarreloj, diez días antes de viajar.

—¿Y no impone estar delante de Caprile? En Maestros de la costura tiene su carácter.

—De primeras, puede imponer. Pero, cuando estuve con él, me dio muy buena vibra. Ha sido una relación agradable y divertida. Lo hemos pasado bien.

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—No has ido con tu novio a Cannes, pero ¿te has llevado el anillo de pedida?

—¡No me lo quito! La primera vez que lo vi, me puse a llorar como un bebé. Nunca me imaginé una cosa tan bonita.

—¿No te da miedo perderlo?

—Me da un poco de respeto, pero, cuando no lo llevo, siento el poder del anillo. Ese dedo está muy presente en mi vida (ríe).

—Además, este verano celebráis cuatro años.

—Somos ese tipo de pareja que no tiene una fecha concreta, pero lo celebramos a finales de agosto o, más bien, a principios de septiembre. Pero ahí celebraremos nuestro cuarto aniversario, sí.

—¿Tienes algo ya algo en mente para la boda?

—¡Uy, qué va! Estos últimos días, mi cabeza solo estaba en Cannes. Ya hemos mirado fechas, pero hay una de bodas acumuladas por COVID… ¡Es una barbaridad! Pero ya te digo yo que encontraremos una fecha para el dos mil veintidós, sea como sea.

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—¿La ceremonia será en Jávea?

—Si Dios quiere, sí. Nuestra historia comenzó allí y quiero casarme allí el próximo año, antes de verano. Si no, en Valencia. Es que no hay fechas disponibles en junio. A ver si alguna pareja se separa o algo y nos pueden hacer un hueco.

—¿Qué te han dicho tus amigas por el compromiso?

—Bueno, es que ha sido una sorpresa para todos. Mis amigas no se esperaban nada. Por ejemplo, quedamos con María Pombo y Laura Matamoros para ver un partido de la Eurocopa en casa de María y ahí les puse el vídeo de la pedida… ¡Se quedaron muertas! Perdió España, pero nos dio igual, porque ya me estaban organizando la despedida de soltera. Imagínate (ríe).

—Ahora te toca disfrutar tu último verano de soltera.

—Ayer, cuando cogí el vuelo, pensaba: “Mi primer vuelo comprometida… Es muy fuerte. Este vuelo no puede caer, porque estando comprometida no me puedo morir” (ríe).

—¿Tenéis pensado algo para estas vacaciones?

—Iremos a Jávea, que es donde nos apetece estar. Queremos celebrarlo con todos los amigos a los que no hemos podido ver durante estos meses de pandemia. A lo mejor, nos vamos por ahí, pero será como “un pensat i fet”, como decimos en Valencia, “un pensado y hecho”.