El riesgo nuclear en Japón alarma al mundo, que se vuelca en la ayuda humanitaria

Mientras en la central de Fukushima los esfuerzos se centran en enfriar uno de sus reactores, la Unión Europea se reúne con urgencia para revisar la situación de seguridad

Por hola.com

Tres después de que la Tierra temblara y levantara sus olas en el 'Anillo del Fuego' del Pacífico, Japón sigue viviendo la peor de las pesadillas y el número de personas que perdieron la vida en la catástrofe no hace más que aumentar. La cifra oficial es de 2.734 fallecidos y de al menos 3.743 desaparecidos. Sin embargo, en las últimas horas han sido encontrados 2.000 cuerpos sin vida en la costa oriental de Miyagi (noreste de Japón). Un millar se hallaron en la península de Ojika y otros mil aparecieron en la ciudad de Minamisanriku, según informó la agencia Kyodo. En esta comunidad costera, las autoridades todavía no han podido localizar desde el viernes a unas 9.500 personas, la mitad de la población. Pero algunos medios creen que es posible que muchos de estos desaparecidos huyeran a tiempo a la vecina localidad de Tome. Tampoco se conoce el paradero de otros 8.000 residentes del pueblo costero de Otsuchi, en la provincia de Iwate.


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La cifra oficial de fallecidos también excluye entre 200 y 300 cadáveres que se han constatado, pero que todavía tienen que ser recuperados por los equipos de rescate en Miyagi, la provincia más afectada por el seísmo y por el posterior tsunami. Unos 100.000 militares al mando del operativo de salvamento siguen peinando la zona en busca de víctimas atrapadas bajo los escombros o arrastradas mar adentro por la ola de diez metros de altura. La labor de los equipos de rescate se ve dificultada por las constantes réplicas y la magnitud de la devastación causada por el terremoto, el mayor de la historia de Japón. La Agencia Meteorológica nipona indicó que hay un 70 por ciento de posibilidades de que hasta este miércoles ocurran réplicas de hasta 7 grados, y varias embajadas recomendaron a sus ciudadanos no viajar a Japón.


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Las tareas de búsqueda y rescate de las víctimas y de reconstrucción de hogares y administraciones se han visto ensombrecidas por una amenaza superior, el miedo a un escape nuclear. La central de Fukushima, afectada por el fuerte terremoto, registró el sábado una explosión en uno de sus reactores, desatando la alarma sobre una liberación incontrolada de radiación. Unas 140.000 personas tuvieron que ser evacuadas de las inmediaciones de la zona de la planta. La situación de emergencia es cada vez mayor en la planta, donde continúan las tareas de refrigeración con agua de mar en tres reactores porque, según la agencia Kyodo, el agua que enfría los reactores se ha evaporado, por lo que las barras de combustible nuclear están completamente secas. En el reactor 3 se produjo el lunes una explosión por hidrógeno en su recipiente secundario de contención que hirió a 11 personas y que, según TEPCO, no dañó el reactor ni produjo una fuga masiva de radiactividad.



Las autoridades ordenaron el fin de semana evacuar un radio de 20 kilómetros en torno a central nuclear, aunque en el momento de la explosión de hoy había unas 500 personas que aún no habían abandonado sus hogares y que fueron trasladadas luego a otro lugar. Más de 550.000 habitantes han sido evacuados por el desastre, "la mayor crisis de Japón desde la II Guerra Mundial", según el primer ministro, Naoto Kan. Los evacuados se encuentran en 2.500 albergues en seis prefecturas de Japón, según la agencia Kyodo. Además, las autoridades niponas han distribuido 230.000 unidades de yodo entre los centros de evacuación, pero todavía no han sido entregadas a los allí desplazados, de acuerdo con la agencia nuclear de la ONU.

"Las autoridades japonesas han informado al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) de que el reactor 2 de Fukushima Daiichi ha experimentado un descenso de los niveles del líquido refrigerante en el núcleo del reactor. Las autoridades han comenzado a inyectar agua de mar en el reactor para mantener la refrigeración", explicó la organización en un comunicado difundido en Viena.

A los problemas en Fukushima se sumaron los de las plantas de Tokai y Onagawa, que también han registrado problemas de refrigeración tras el terremoto del pasado viernes. En la primera, situada en la prefectura de Ibaraki, a unos 120 kilómetros al noreste de Tokio, dos bombas dejaron de funcionar durante la noche del sábado. La compañía administradora de la central, Japan Atomic Power, aseguró poco después que la situación estaba bajo control. En la segunda se decretó ayer el estado de emergencia nuclear después de que se registraran elevados niveles de radiactividad.

Reunión urgente en Bruselas
Mientras el lunes continuaban llegando a Japón equipos de socorro de países como México y Francia, los ministros europeos de Medio Ambiente mantenían una reunión informal urgente y previa a la convocada el martes por el comisario europeo de Energía, Günther Oettinger, con directores de las plantas nucleares, las compañías que las gestionan y las autoridades nacionales en materia de seguridad.

Según Oettinger, "el alcance de los acontecimientos en Japón es impredecible", una opinión respaldada por el ministro de Energía galo, Eric Besson, para quien la situación en la central japonesa de Fukushima es "preocupante" y no se puede descartar "una catástrofe". Francia es el segundo país del mundo detrás de Estados Unidos por la dimensión de su parque nuclear, con 58 reactores en actividad que producen en torno al 80 por ciento de la electricidad, y ayer el Gobierno aseguró que sacarán "conclusiones útiles" de lo ocurrido en Japón.

El primer ministro ruso, Vladímir Putin, aseguró que las averías de las centrales nucleares en Japón no constituyen una "amenaza global" ni suponen un peligro para el territorio ruso. Según los expertos rusos, "no hay riesgo de que se produzca una explosión nuclear", dijo Putin, quien añadió que mantienen la medición de radiación en las regiones del extremo oriente de Rusia, próximas a Japón, que permanecían hoy dentro de los rangos normales. "No vamos a cambiar nuestros planes, pero, por supuesto, sacaremos conclusiones de lo que está ocurriendo en Japón", subrayó.

Mientras, el ministro austriaco de Medio Ambiente, Nikolaus Berlakovich, pidió pruebas de resistencia de las centrales nuclear europeas para revisar sus niveles de seguridad.

La canciller alemana, Angela Merkel, anunció una moratoria de tres meses para la ley aprobada el pasado otoño que contempla ampliar la vida de las centrales nucleares del país hasta 14 años. Merkel comentó que la catástrofe nuclear en Japón obliga a replantearse la seguridad de las plantas nucleares también en Alemania. La canciller subrayó que su Gobierno ordenó ya el pasado sábado un estudio exhaustivo sobre la seguridad de los 17 reactores nucleares en funcionamiento en Alemania para evitar posibles riesgos.

Suiza, por su parte, ha suspendido todos los procedimientos en curso para autorizar nuevas centrales nucleares mientras se examina la seguridad de las ya existentes, anunció la ministra de Energía, Doris Leuthard.

Además, Taiwán y Singapur añadieron una vertiente nueva a la discusión al anunciar que examinarán el nivel de radiación en los alimentos procedentes de Japón, especialmente los frescos, para asegurarse de que no tienen niveles excesivos de radiación atómica.

Y mientras tanto, la comunidad internacional se vuelca en ayudar a Japón. La comisaria europea para la Cooperación Internacional, Ayuda Humanitaria y Respuesta a Crisis, Kristalina Georgieva, aseguró que la UE "no escatimará recursos" y que son 20 los estados miembros que ya han puesto a disposición asistencia "técnica". "No estamos tanto ante un problema de dinero como de habilidades y capacidad técnica", dijo Georgieva, al explicar que la UE forma parte del equipo de la ONU que trabaja en coordinación con el Gobierno japonés en áreas como el rescate de supervivientes, la emergencia nuclear o la potabilización de agua.