Ser mamá en tiempos de crisis es posible: guía para no derrochar

Por hola.com

Aún no ha salido del vientre materno y ya el mercado lo atrapa, lo coloca en el trono y lo malcría. El pequeño príncipe no puede nacer sin una dote digna de él. Peleles, sillas de paseo, cambiadores, biberones, hamacas, calienta biberones, intercomunicadores de vigilancia, esterilizadores... Los magos del marketing son muy hábiles en le arte de convencer a los futuros, y, a veces, inexpertos, padres de la absoluta necesidad de comprar productos que más tarde resultarán ser superfluos o del todo inútiles. “¿No pensará renunciar a las bolsas perfumadas para pañales usados? La caquita del rey de la casa apesta bastante más que la nuestra...”


Y eso, sin hablar de todos los aparatos que ya tenemos en casa pero que hay que volver a comprar en versión bebé: nos olvidamos de que el robot de la cocina con mil accesorios que preside la despensa ya bate y compramos convencidos la “batidora para bebés”. Y tampoco reflexionamos sobre el hecho del secador con el que nos secamos el pelo cumple la misma función que el “secador para bebés”, aunque no sea tan pequeño y tan mono como el que venden en la tienda para niños.
¿Empieza el cambio de alimentación? Su pequeñín no puede renunciar al babero con depósito recogedor o al plato que mantiene caliente la papilla. Y, cuando da los primeros pasos, ¿no se caerá y se hará daño? No, señora. Con un casco paragolpes esa cabecita no sufrirá el más mínimo chichón, y con el arnés para aprender a andar podrá tenerlo bajo control.
Por fortuna, puede ser el rey de la casa en persona cuando se rebela, o bien son los padres quienes recobran el juicio y dejan estos accesorios inútiles en el armario.


Así pues, aquí va una serie de consejos para escoger bien lo que sí nos hará más fácil criar a nuestro bebé.
1. Termómetros: los de oído, frente o chupete satisfacen menos que el digital.
Desde el pasado mes de abril ya no se pueden fabricar termómetros de mercurio y, por lo tanto, no están a la venta. La Unión Europea los ha prohibido por su gran impacto medioambiental. Según una encuesta de satisfacción, ni el termómetro de contacto de frente (que tiene un 15% de las madres) ni el de chupete (el 5%), ni el de infrarrojos (el 7%) consiguen convencer a las madres de su utilidad. Los termómetros digitales “tradicionales” mandan.
2. Baño: un modelo sencillo basta.
Para lavar al chiquitín, la mayoría de las madres compran una bañera sencilla (entre 20 y 50 euros) o un mueble bañera y cambiador completo (de 100 a 400 euros). Y están contentas por igual. En este caso, por tanto, la compra depende de su cartera y del espacio disponible en casa.
3. Esterilizador: el de microondas, el mejor valorado
Para eliminar los microbios del biberón y de las tetinas del chiquitín, las mamás encuestadas eligen en su mayoría el esterilizador para microondas (muy bien valorado por el 84% de ellas) o el clásico esterilizador eléctrico de vapor (el 79% lo valoró muy bien). El primero es mucho más barato, entre 15 y 30 euros, mientras que el de vapor parte de los 30 euros y llega, incluso, a los 120.
4. Sillitas de paseo: cómo elegir.
Hay tres factores que hay que tener en cuenta a la hora de elegir. En primer lugar, tenga en cuenta el peso y las dimensiones. ¿En su edificio hay o no ascensor? ¿La puerta del ascensor es estrecha? ¿Prevé que tendrá que cargar a menudo la sillita en el coche o tomar mucho los medios de transporte públicos?
En segundo lugar, verifique la facilidad de uso. Abrir y cerrar la sillita deberá ser una operación fácil, incluso con el niño en brazos, o con una sola mano. Así que pruebe directamente la sillita en la tienda. Pruebe también a enganchar y desenganchar la sillita para el coche, y a bloquear y desbloquear los frenos.
Por último, valore el tipo de empuñadura que necesita. Piense si prefiere la sillita con una sola barra de empuje o con dos empuñaduras: la ventaja de la primera es que es más fácil de empujar, también con una sola mano, con la segunda, también se pueden colgar las bolsas de la compra.