Caprichos del destino: una carta extraviada durante 16 años vuelve a reunir a una pareja

Otros novios, que ya preparan su boda, se conocieron en Facebook porque tienen el mismo nombre

Por hola.com

Hay historias de amor inusuales, con finales felices y también otras que llegan a su fin mucho antes de lo que se espera, aunque de forma involuntaria. En una era en la que las redes sociales y la tecnología forman parte de nuestra vida cotidiana, las formas de relacionarse e incluso de enamorarse también han cambiado. ¿Quién le iba a decir a una joven de Florida de 20 años que gracias a su curiosidad iba a conocer al amor de su vida? Kelly Katrina Hildebrandt decidió, en una de esas noches aburridas que tenemos todos alguna vez, investigar en Facebook y ver si había alguien que compartiera su nombre.

 



Sólo encontró una coincidencia, Kelly Carl Hildebrandt, de 24 años, así que decidió enviarle un mensaje: “Hola, tenemos el mismo nombre. Es genial, ¿no?”. A partir de ahí comenzaron a escribirse correos electrónicos intentando encontrar alguna relación familiar que no existía. Después de tres meses de llamadas de teléfono y conversaciones interminables, él viajó desde Texas para conocerla en persona: “Pensé que era divertido. No tenía ni idea de dónde nos iba a llevar esto”. Con el tiempo, se dieron cuenta de que estaban hechos el uno para el otro y ahora preparan su boda ante 100 invitados. “Pienso que todo ha sido cosa de Dios, lo planeó a la perfección”, dice la futura novia.

La única pega a esta inusual pareja es que a veces tener el mismo nombre es un engorro: un agente de viajes casi canceló en una ocasión uno de sus billetes pensando que había duplicado la reserva por error y en las invitaciones de boda han tenido que utilizar su segundo nombre para diferenciarse. Sin embargo, no hay obstáculos, ni siquiera el paso del tiempo lo es, cuando se trata de amor verdadero.



Se casan tras 16 años sin verse
Si no que se lo digan a Carmen Ruiz Pérez, una mujer de 42 años que se casó el pasado 17 de julio con el amor de su vida, al que no veía desde hacía 16 años. Con apenas 25 años, esta española se marchó a Devon, Inglaterra, para aprender inglés y allí conoció a Steve Smith. Se enamoraron y pasaron un año juntos, aunque Carmen se tuvo que marchar a Paris para trabajar. En aquella época ni el teléfono móvil ni Internet eran tan habituales por lo que uno de los recursos para ponerse en contacto era el correo habitual.

Sin poder sacarse a Carmen de la cabeza y aunque ya habían pasado 6 años, Steve, con pocas esperanzas de recuperarla, escribió una escueta carta que envió a casa de los padres de la joven en España. “Espero que estés bien. Te escribo sólo para preguntarte si te has casado y si alguna vez todavía piensas en mí. Sería estupendo saber de ti, por favor ponte en contacto si puedes”. La madre de Carmen colocó la misiva en la repisa de la chimenea con tan mala suerte que esta cayó por detrás de ella, lugar en el que permaneció la friolera de 10 años. Pero una vez más el destino tenía aún un as en la manga y unas oportunas obras de reforma sacaron a la luz la carta. Carmen todavía estaba soltera y tampoco había podido olvidar a Steve así que, tras muchos nervios, cogió el teléfono: “Estuve a punto de no llamarle, pero sabía que tenía que hacerlo”.

Días después se reencontraron en París y fue como si el tiempo no hubiera pasado. “Fue como en una película. Corrimos por el aeropuerto hasta abrazarnos. Nos volvimos a ver y nos volvimos a enamorar por completo otra vez. A los 30 segundos de habernos visto ya nos estábamos besando” dijo Steve. “No me había casado y ahora lo he hecho con el hombre a quien siempre amé” comentó Carmen. ¿Quién dijo que la vida no daba sorpresas?