Oviedo, tradición y vanguardia en una ciudad ideal para pasear

Es una de las ciudades favoritas del director norteamericano Woody Allen, de hecho la ha elegido como plató cinematográfico para su última película, protagonizada por Scarlett Johansson, Penélope Cruz y Javier Bardem, a los que se puede ver estos días rodando a las órdenes de este genial director. Y no es de extrañar, porque la capital asturiana desprende un encanto muy especial. Cargada de historia y arte, Oviedo es, sin lugar a dudas, un destino apetecible para realizar una escapada. ¿Quiere conocerla?

La capital del Principado de Asturias hunde sus raíces históricas en los más remotos tiempos medievales. Fue fundada en el año 761 por dos monjes, que erigieron, sobre una modesta colina, una iglesia dedicada a San Vicente. La posterior consolidación del Reino asturiano hizo de Oviedo su capital política y religiosa. De aquella época, siglo IX, datan los edificios que forman el tesoro prerrománico de la ciudad. Declarados Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco, los principales monumentos de esa época son Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo, San Julián de los Prados y la Cámara Santa. Este último ámbito artístico forma parte además de la catedral gótica de San Salvador, que, con su única y elevada aguja, preside el centro histórico de una ciudad en la que todavía puede rastrearse el perfil urbano decimonónico descrito por Clarín en su famosa novela «La Regenta».

Pero desde luego en Oviedo no queda nada de esa rancia y provinciana atmósfera de la literaria Vetusta. Todo lo contrario. Los viajeros se van a encontrar una ciudad amable, abierta a las más novedosas corrientes culturales y remozada hasta los más mínimos detalles de su mobiliario urbano. Es una delicia para los sentidos pasear por las peatonales calles del entorno catedralicio, sentarse en una acogedora terraza de la rehabilitada plaza del Fontán, acudir a un espectáculo al teatro Campoamor o disfrutar de la inigualable galería de esculturas contemporáneas diseminadas por un entramado callejero concebido escala humana y en la que es muy fácil sentirse como uno más de los privilegiados ovetenses.