Las Chorreras de Despeñalagua

Pocos sitios hay donde se puede apreciar más vida que en el curso alto de un río. Más aún si este, como es el caso del Sorbe, se nutre con un salto de agua al vacío de 120 metros para acabar estampándose contra las piedras que recubren las faldas del Pico Ocejón. en el extremo Noroeste de la provincia de Guadalajara. Con la llegada del deshielo. la hemorragia de agua que emana de la pared pétrea constituye un festival para los sentidos difícil de igualar. Todo lo contrario que en invierno, cuando una capa de fino hielo recubre la caída, enfundando a musgos y líquenes en auténticas bolsas heladas de aspecto irreal. Y es que un paseo desde Valverde de los Arroyos hasta las Chorreras, sin más guía que el murmullo del agua es un placer al que resulta difícil renunciar, no importa en qué momento del año.

Una vez dejado atrás el campo de fútbol, que sirve de pista de aterrizaje para los parapentistas que se lanzan desde las alturas del Ocejón y de pista de baile para los ancestrales danzantes de Valverde. caminarnos por la senda de tierra. La distancia que separa la caída de agua de Despeñalagua del pueblo no supera los tres kilómetros. Dependiendo del ritmo que se imprima a la marcha se tardará más o menos, pero lo normal es invertir media llora en cubrir el camino que va de Valverde hasta las Chorreras.