Cortijo del siglo XIX que en otro tiempo fue lagar y molino de aceite. Sus propietarios han sabido mantener la sobriedad y la originalidad del complejo basando su rehabilitación en un equilibrio entre una elegancia rústica y unos interiores modernos y acogedores. Conserva la primitiva capilla, la antigua prensa de aceite y la bodega, con grandes tinajas. Las diferentes estancias se unen a través de diversos patios y se han dispuesto amplias zonas de jardín, donde se sitúa la piscina. Todas las habitaciones tienen un aire campestre, gracias a sus telas, tonos y a sus curiosos baños, que combinan ladrillo y azulejos, y entre ellas destacan las dos suites, una de ellas familiar formada por dos dormitorios y un gran salón. La cocina es cosmopolita, influencia de los diferentes destinos en los que han residido los dueños del hotel, diplomáticos de profesión. Alquilan bicicletas de montaña a los huéspedes.

Instalaciones:

Salones de estar, capilla, piscina, dos patios y finca de 60 hectáreas

Alrededores:

Trujillo (14 kms.), Parque Natural de Monfragüe (35 kms.), Guadalupe (70 kms.) y Mérida (80 kms.)