48 horas en Heidelberg, la bella ciudad alemana en la que da gusto estudiar

Tener la universidad más antigua del país ya es un punto a favor de esta ciudad junto al río Neckar, porque es síntoma de vitalidad, pero cuando uno se pone a caminar por sus orillas, se adentra en su casco antiguo y descubre su castillo en lo alto, no tiene más que decir. Ha quedado embelesado. ¿Quién no quiere ser volver a ser estudiante y quedarse a vivir en ella?

Por ESPERANZA MORENO

PRIMERA TARDE

La imagen más reconocible de la bella Heidelberg es la que se admira desde su monumental puente antiguo (Theodor-Heuss o del Princípe Carlos Teodoro) que salva las aguas del río Neckar –afluente del Rhin y nacido en la Selva Negra–, con el castillo en lo alto y el casco antiguo a sus pies. Por eso, el puente es el mejor lugar para empezar a descubrir esta animada ciudad universitaria, y además con la luz de la tarde, que añade a la foto su mejor color. Al final del mismo, una inclinada escalera trepa en medio de la vegetación y enlaza con el pintoresco sendero de los Filósofos, que si siempre ha sido inspirador para los eruditos, hoy regala las mejores perspectivas. Más arriba, todavía se puede llegar, pues el monte Heilingenberg está recorrido por caminos que llevan hasta las ruinas del monasterio de San Miguel, en la cima, o al anfiteatro Thingstätte. La noche empieza a caer y será mejor regresar al hotel para empezar el nuevo día con las pilas cargadas.

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2º DÍA

Descansados y tras un buen desayuno, dedicamos la mañana a explorar el principal monumento de la ciudad, el castillo de Heidelberg, el que fuera durante casi 5 siglos la residencia de los príncipes del Palatinado, todo un arquetipo del romanticismo alemán en una impresionante ubicación, la ladera norte del monte Königstuhl. Desde abajo no se aprecia, pero el castillo es una ruina (la más bonita de Alemania, eso sí), aunque tiene mucho que ver. Podemos llegar a pie a él, pero mejor hacerlo en funicular (8 €) hasta la estación Molkenkurn.

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Un buen rato se pasará entretenido contemplando las fachadas de los distintos palacios que se abren a su patio, asomándose a sus terrazas, visitando el museo alemán de la farmacia o su bodega, que guarda la barrica más grande del mundo –nada menos que 221.726 litros caben en él–, para la que se utilizaron 90 robles y que cuenta hasta con una plataforma de baile sobre ella. Para seguir disfrutando de magníficas vistas están los jardines que lo rodean, donde no resulta raro improvisar un pícnic sobre la hierba. 

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Si se quiere comer más acomodado, una buena elección es el restaurante Romer (arthotel.de/restaurants/romer-restaurant), del Art Hotel, o Das Bootshaus (dasbootshaus.com), junto al río, porque, con buen tiempo, la tarde se puede dedicar a disfrutar de sus orillas. Entre los puentes Theodor-Heuss y Ernst-Waltz se ven jóvenes tomando el sol o montando en bicicleta, corredores y familias con niños. Pero si apetece, también se puede hacer una excursión en barco para admirar una nueva perspectiva de la ciudad y el omnipresente castillo. 

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Con apetito, a 2 minutos a pie del río y a los pies de la fortaleza, llegamos a Heildelberg Kulturbrauerei (heidelberger-kulturbrauerei.de), para cenar en esta antigua fábrica cervecera, ya sea en su jardín, con buen tiempo, o en su bonito interior, con grandes ventanales, mientras degustamos algunas de sus cervezas artesanales y platos tan sabrosos como el lechón asado.

3º DÍA

Aunque se haya pasado por algunas de sus calles y plazas en el camino al puente o al castillo, el último día en esta ciudad alemana toca descubrir con calma el casco antiguo de Heidelberg y, sobre todo, vivirlo, sentándote en sus terrazas, entrando en sus bares, descubriendo sus tiendas…, todo al ritmo de los jóvenes que llenan de alegría y vida esta ciudad antigua pero juvenil (una tercera parte de la población son estudiantes), pues tiene el honor de contar con la universidad más antigua de Alemania (la fundó el Príncipe Ruperto I en 1386). Y eso es una inyección de vitalidad.

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Paralela al río, Haupstrasse es la arteria principal del centro histórico (además de la calle peatonal más larga del país, con 1700 metros). A un lado y a otro, tiendas para comprar todo lo que apetece. Por ella se llega a la Universitätsplatz, con el Aula Magna y el Museo de la Universidad, delante la Fuente del Lobo, y detrás, el callejón Augustinergrasse. Estamos en el barrio de los Jesuitas, donde prestamos atención a su iglesia, a la profusamente decorada fachada de la biblioteca, con decenas de bicis aparcadas delante de ella, y a la iglesia de San Pedro, la más antigua de la ciudad.

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Muy cerca queda Markplatz, la plaza del mercado, donde se ven encantadoras casas construidas con piedras del castillo, el edificio del Ayuntamiento, la Haus zum Ritter (la casa más bonita de la ciudad, hoy hotel) y Heiliggeistkirche, la iglesia del Espíritu Santo, protestante, con pequeños comercios adosados a ella y a cuya torre elevada a 38 metros de altura se puede subir. Si coincide, incluso, asistir a un concierto de órgano. Otras plazas bonitas por las que hay que pasar son Kornmarkt (una de las más bonitas, desde la que se ve el castillo en lo alto) y luego la Karlsplatz.

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El resto del día será dejarse llevar por sus calles y callejuelas, pasando irremediablemente por la Unterestrasse, llena de bares, y por la cervecería Vetter, donde probar la Vetter33, que tiene el Record Guiness como la cerveza más fuerte del mundo (10,5º), acompañada de unas salchichas, embutidos o quesos. Será una buena despedida a la que es una de las ciudades más animadas, románticas y bonitas de la región de Baden-Wurtemberg y de toda Alemania.

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DATOS PRÁCTICOS

Cómo llegar

En avión desde España a Frankfurt y luego en tren, que sale desde el mismo aeropuerto, hasta Heidelberg. Un trayecto que tarda unos 50 minutos.

Cómo moverse

La referencia es el río Neckar, protegido a ambas orillas por colinas densamente arboladas. Pero la mayoría de los lugares de interés se encuentran en la orilla sur. El eje principal del casco antiguo es la calle Haupstrasse, que se extiende entre Bismarckplatz, centro de todos los transportes, hasta Karlstor. También se puede comprar la Heidelberg Card (19 €, 2 días), que permite transporte ilimitado (autobús, tranvía y trenes), más la entrada a algunos monumentos.

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Dónde dormir

Una experiencia será dormir en el hotel Ritter (hotel-ritter-heidelberg.com), en la calle principal de la ciudad, que ocupa la considerada casa más bonita de la ciudad, levantada en 1592. Y también cómodo, el Crown Plaza City Centre (crowneplaza.com), con buenas instalaciones y perfecto para llegar andando al casco antiguo.

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Más información

Turismo de Heidelberg, tourism-heidelberg.com y Turismo de Baden-Wurtemberg, turismo-bw.e

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