Un bosque de ensueño en A Coruña para descubrir esta primavera

Castillos y cenobios medievales. Espesos robledales y helechos de hace millones de años. Misterios y leyendas del río Eume, en cuyas aguas se espeja el bosque costero atlántico mejor conservado del continente. Una ruta desde Pontedeume hasta el monasterio de Caaveiro con la que disfrutar en familia, solo o en pareja esta primavera

Por Andrés Campos

Pontedeume tiene un nombre muy expresivo que lo dice todo: es la villa del puente sobre el río Eume, cuyo estuario se cruza a medio camino entre A Coruña y Ferrol, en el denominado golfo Ártrabo, donde muere la Costa de la Muerte y nacen las Rías Altas. Tiene una larga historia, escrita en buena parte por los Andrade, una de las familias más influyentes de la España medieval. Y tiene, ahí al lado, unos bosques [o fragas] primigenios, de cuando el mundo aún estaba sin estrenar. El plan perfecto es dar un paseo por la villa, visitando el puente, el torreón de los Andrade y los bares de tapas de la calle Real. Luego acercarse en coche al castillo de Andrade, a tres kilómetros de la villa. Y, por último, subir junto al río [primero en coche y después a pie] hasta el monasterio de Caaveiro, en plenas fragas del Eume.

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Al conde Fernán Pérez de Andrade le decían el Bueno, y no es de extrañar, sabiendo el puente que mandó construir a finales del siglo XIV sobre el estuario del Eume: 850 metros de longitud, 68 arcos y, encima, dos torres, una capilla y un hospital para peregrinos. Lástima que un puente que servía para salvar tantas cosas [aguas, almas y cuerpos] no lograra salvarse a sí mismo de las avenidas del tiempo, ese río que a todos arrastra. En el siglo XIX fue reemplazado por el actual, más sencillo, de 15 ojos, y solo quedaron como recuerdos dos piedras desgastadas -un oso y un jabalí- y el nombre de la villa que creció a su arrimo: Pontedeume.

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Mejor suerte corrió el cercano torreón de los Andrade, una mole de 18 metros de alto por 11,5 de lado que formó parte del palacio condal y que hoy alberga la oficina de turismo y un centro de interpretación en el que se repasa la historia de aquella noble familia. A don Fernán, que además de bueno era pragmático, le hubiese gustado el feirón, un mercadillo, o más bien mercadón, que se celebra los sábados cerca del torreón para dar salida a los excedentes del campo -grelos, peras, cerezas, queso fresco...- y que, con los bares de tapas y las confiterías donde hacen la costrada, forma un cuadro muy alegre y nutritivo.

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También ha sobrevivido, de los tiempos del conde, el castillo de Andrade, que está plantado a tres kilómetros de la villa, en la parroquia de Nogueirosa, sobre la piedra viva de la peña Leboreira, dominando la desembocadura del Eume y el nacimiento de la ría de Ares. A pesar de la distancia y de la altura [309 metros sobre el mar], hay quien cree que este castillo estaba comunicado mediante un pasadizo secreto con el mentado torreón. Soñar es gratis.

PARADAS OBLIGATORIAS

Otro lugar con vistas y con leyenda es el monasterio de Caaveiro, que está a 12 kilómetros de la villa condal, río arriba. En un promontorio rocoso sobre el angosto valle del Eume, atalayando las selváticas fragas que lo arropan, se erige el milenario, solitario y romántico cenobio donde San Rosendo y otros eremitas se reunieron en 936 para hacer vida apartada, y tanto. La conseja dice que un día San Rosendo arrojó su anillo episcopal al Eume como penitencia por un mal momento que había tenido [se había quejado porque llovía, y la lluvia es cosa divina, aparte de muy gallega] y que, siete años después, al abrir el cocinero un salmón para la comida monacal, apareció la sortija, señal de que la falta había sido redimida. ¡Salmón con perdones! Así da gusto pecar. Y pescar.

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El monasterio abandonado es el corazón y el principal reclamo de las fragas del Eume, parque natural que atesora, además de hermosas piedras medievales, el bosque atlántico costero mejor conservado de Europa, una espesura casi impenetrable de robles, castaños, abedules, fresnos, avellanos, acebos, madroños y helechos de tiempos de los dinosaurios. Cinco kilómetros antes de llegar al monasterio, se prohíbe el paso a los coches, no quedando más opciones para llegar a él que un bus-lanzadera o que la senda ribereña de los Encomendeiros [dos horas y media, incluida la vuelta], sin duda la mejor manera de disfrutar de este bosque prehistórico.

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La ermita de San Miguel de Breamo -a tres kilómetros de Pontedeume, hacia Betanzos- es una belleza románica a la que, según la tradición, hay que darle nueve vueltas a pie para gozar de salud, y hacerlo en silencio, porque, si no, no surte efecto. Al norte de Pontedeume, en la península que separa la ría de Ares de la de Ferrol, vale la pena visitar Redes, un puerto de postal, y asomarse al mirador de las islas Mirandas.

GUÍA PRÁCTICA

CÓMO LLEGAR

Pontedeume está a 39 kilómetros de A Coruña por la autopista hacia Ferrol.

DÓNDE DORMIR

CASA DO CASTELO DE ANDRADE [casteloandrade.com]. Junto al castillo, a tres kilómetros de Pontedeume. FRAGA DO EUME [hotelfragadoeume.com]. Moderno hotel con encanto en el entorno de parque natural, a 12 kilómetros de Pontedeume. PARADOR DE FERROL [parador.es]. Mansión señorial de aire marinero situada a 16 kilómetros de Pontedeume.

DÓNDE COMER

MUIÑO DO VENTO [Magalofes, Cadavás, tel. 981 34 09 21]. Uno de los mejores restaurantes de las Rías Altas a 8 kilómetros de Pontedeume. ANDARUBEL [andarubel.com]. Cocina gallega basada en los productos de la comarca del Eume. ZAS [Pontedeume, tel. 981 43 28 02]. Pequeño mesón en el centro histórico de Pontedeume.