Buchanan-Street-glasgow

Glasgow, la esencia de Escocia en una ciudad

Aunque competir con su hermana Edimburgo no es nada fácil, la ciudad más grande de Escocia cuenta con infinitas razones para plantearte una escapada y descubrirla. Una historia apasionante, interesantes tradiciones, una oferta cultural infinita y mil y un rincones para perderte en esta vibrante ciudad. 

by CRISTINA FERNÁNDEZ

Si hubiera que decidirse por una sola palabra para describir Glasgow, probablemente la cosa se debatiría entre “graciosa” y “juerguista”. Pero ojo, que quizás no haya que entender estos dos adjetivos de una manera literal. Cuando decimos graciosa, nos referimos a que el sentido del humor, si ya es en sí una característica propia de los escoceses, en Glasgow se acentúa hasta límites insospechados. Y juerguista, porque la oferta en bares y discotecas que ofrece la ciudad no puede compararse con ningún otro lugar de, probablemente, el resto del Reino Unido. Así que, con las risas y el ambiente nocturno ya asegurados en este viaje, nos disponemos a recorrer la ciudad haciendo parada en sus monumentos y rincones más destacados. 

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EL GLASGOW MÁS ANTIGUO

Para comenzar, nos dirigimos al lugar más alto de toda la ciudad: su Necrópolis. Cruzando el Puente de los Suspiros, ese que atravesaban los seres queridos de los difuntos entre lamentos, se alcanza este cementerio-jardín de estilo victoriano del siglo XIX. En la cima de la colina, rodeado de cruces y monumentos diseñados por los principales artistas y escultores de la época –desde Alexander Greek Thomson hasta el mismísimo Charles Rennie Mackintosh–, podrás relajarte con unas bonitas vistas de la ciudad. A pesar de lo tenebroso que podría llegar a resultar el lugar, si lo miras con otros ojos descubrirás que es, sin duda, uno de los rincones más bellos (y tranquilos) de todo Glasgow. 

Justo al lado de la Necrópolis está la siguiente parada: la catedral de San Mungo, el mayor símbolo de la arquitectura gótica en Escocia y uno de los lugares más antiguos y mejor conservados de Glasgow. La joya de la corona es su cripta, donde, entre un auténtico bosque de pilares, se encuentra el sepulcro de San Mungo, patrón de la ciudad, a quien se le recuerda por cuatro grandes milagros que, además, están representados en el escudo de Glasgow.

EN BUSCA DE MACKINTOSH, EL GENIO

No será difícil que toparse en cada esquina con Charles Rennie Mackintosh, el arquitecto, artista y diseñador más valorado y reconocido de toda Escocia. Su obra, mezcla de elegancia y fantasía, es una auténtica hermosura. Y sus peculiares trazos, tan atípicos para la época que le tocó vivir, aparecen reflejados no solo en su obra, también en carteles, negocios y, por supuesto, en souvenirs. Para intimar más con él, mejor acércate hasta el Glasgow School of Art, según muchos, el edificio más importante de toda su carrera. Fue aquí donde estudió y su proyecto, cuando contaba tan solo con 27 años, el ganador de un concurso para reformar el edificio. 

Tampoco te pierdas el House of an Art Lover (houseforanartlover.co.uk), una bellísima casa levantada en el corazón de Bellahouston Park, uno de los pulmones verdes de Glasgow. El que sería uno de los proyectos más ilusionantes en la vida del arquitecto, fue proyectado en 1901, aunque no sería hasta 1996 y gracias a la voluntad de un grupo de arquitectos y artistas escoceses cuando cobró vida a modo de homenaje póstumo. Como en cada una de las ideas que trabajaba, Mackintosh demostró que funcionalidad y elegancia pueden ir perfectamente unidos. 

Eso sí, si quieres disfrutar del mayor representante del art nouveau en Gran Bretaña de una manera diferente, adáptate al estilo british y ve a tomar el afternoon tea a los Willow Tea Rooms (willowtearooms.co.uk), donde disfrutarás de la merienda más estilosa que hayas probado nunca. Fíjate en un detalle: hasta las cucharillas tienen impreso el sello Mackintosh. 

La Charles Rennie Mackintosh Society (crmsociety.com) ofrece rutas guiadas de dos días por todos aquellos proyectos que el arquitecto diseñó y que siguen presentes en la ciudad. 

EL ARTE NO PARA EN GLASGOW

La misma ciudad que en el siglo XIX experimentó la auténtica revolución industrial gracias, en gran medida, al trabajo en el sector naviero que le aportó su ubicación junto al río Clyde –y que le valió el título de “segunda ciudad del Imperio británico–, es hoy un verdadero icono cultural. Las principales calles del centro acogen maravillosos edificios victorianos mientras que, junto al río, la aparición de nuevas construcciones de estilo vanguardista, como el auditorio SEC Armadillo, llenan de vida la zona. 

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Y ya que hablamos de cultura, te proponemos visitar otro de los lugares que más enorgullecen a los habitantes de Glasgow: el Kelvingrove Art Gallery & Museum. Si el exterior de este museo, un majestuoso edificio de la época eduardiana, ya impresiona, el interior no es para menos. Su ecléctica colección, que incluye desde el Cristo de San Juan de la Cruz de Dalí a cuadros de Picasso o Gauguin, piezas de arte egipcio o a Sir Ralph, un elefante disecado, es cuanto menos llamativa. De entrada gratuita, se trata del museo más visitado del Reino Unido fuera de Londres. 

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UN VIAJE EN EL TIEMPO

Y a solo un paseo del peculiar museo, la Universidad de Glasgow, fundada en 1451. Sentirás que paseas por los decorados de una película de Harry Potter cuando te asomes a su claustro de estilo neogótico. Recorre los pasillos y jardines y respira el mismo ambiente universitario del que se empaparon alumnos tan ilustres como Adam Smith, William Thomson o los Premios Nobel de Química Sir Alexander Robertus Tood o Sir James Black. 

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Por cierto, si te sientes tentado en completar más aún tu conocimiento sobre Mackintosh, precisamente en la universidad podrás también visitar la que fue su casa –y la de su esposa, la también artista Margaret Mcdonald Mackintosh- entre los años 1906 y 1914. 

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PARA REPONER FUERZAS

Como va siendo hora de hacer una parada qué mejor que conocer la gastronomía local. Y es que aunque los británicos no gozan de demasiada fama en lo que al gusto culinario se refiere, en Glasgow hay alguna que otra excepción.

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En el 176 de West Regent Street se encuentra Brian Maule at Chardon d´Or (brianmaule.com), un elegante y sofisticado restaurante en el que el chef, Brian Maule, combina materia prima escocesa de máxima calidad con la técnica culinaria aprendida en los mejores restaurantes de Europa. El resultado bien merece la pena. 

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Si eres más de apostar por las tradiciones, un pub en el que sentir el verdadero espíritu escocés y poder tomar unas pintas, es Òran Mór (oran-mor.co.uk). Eso sí, la ubicación quizás te resulte un tanto extraña, ya que este original bar se sitúa en una antigua iglesia presbiteriana que funcionó como tal hasta 2003. Ahora en este mítico garito lo mismo puedes tomar un trago de whisky que cenar en su restaurante, asistir a un monólogo a un concierto de rock. 

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Para disfrutar del resto de la noche, una estupenda opción es acercarte hasta la mítica , la calle que concentra la esencia de la fiesta de la ciudad y en la que la oferta de bares y discotecas se multiplica. Pero si lo que buscas es algo más ‘escocés, prueba ir a Sloans (sloansglasgow.com), uno de los lugares de la ciudad en los que se celebran ceilidhs, esas fiestas en las que un grupo ameniza en directo con música escocesa mientras que los asistentes se animan con danzas tradicionales.

UN TOQUE DE HUMOR

Antes de despedirte de la ciudad, pasea por su centro. Las calles comerciales como Buchanan Street te servirán para realizar unas últimas compras. Y, si el tiempo acompaña, siéntate en cualquiera de las terrazas de George Street mientras ves la vida pasar. 

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Para conocer un poco mejor el humor escocés, acércate hasta la entrada de la Galería de Arte Moderno, en Royal Exchange Square, y alza la vista hacia la estatua ecuestre que se levanta justo en la entrada. Se trata del duque de Wellington, que lleva presidiendo la plaza desde nada menos que 1844. Un pequeño detalle llamará tu atención: el cono de tráfico que, prácticamente de manera perenne desde la década de los 80, decora la cabeza del duque. 

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Cuenta la leyenda que un día un vecino de la ciudad, tras haber ingerido una considerable cantidad de alcohol y a altas horas de la madrugada, tuvo la idea de colocar este complemento a la escultura. La imagen hizo gracia a más de uno y, misteriosamente, noche tras noche y a pesar de las continuas retiradas por parte de miembros de la policía, el cono continuaba apareciendo en el mismo lugar. Hoy día la figura se ha convertido en todo un clásico de la ciudad y fotografiarse junto a Wellington será el mejor recuerdo que puedas llevarte de vuelta a casa. En definitiva, Glasgow es precisamente eso: humor, historia y arte unidos en un mismo lugar.

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