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POLONIA

Torun, la ciudad de Copérnico, un secreto por desvelar

La cuna del astrónomo que dio con el centro del Universo esconde uno de los entramados góticos mejor conservados de Europa, milagrosamente salvado de los bombardeos. Y aunque se trata de una gran desconocida, su perfil amurallado a orillas del Vístula se cuenta entre los más bellos de Polonia

by Noelia Ferreiro

Fue matemático, jurista, físico, diplomático, economista… pero su gran aportación, aquel descubrimiento científico que más tarde daría al traste con las convicciones religiosas, la hizo en el campo de la astronomía, en el que brilla como un referente. Nicolás Copérnico, el hombre que vio en el sol el centro del Universo, el autor de aquel tratado prohibido que marcó un hito en la historia de las ideas, había nacido en Torun, una pequeña ciudad del centro-norte de Polonia. Aquí donde vivió hasta los 18 años, para después completar sus estudios en Cracovia y otras tantas ciudades italianas, permanece la huella de su figura. Especialmente en la plaza principal, en cuyo centro se erige su estatua desde 1853. A sus pies reza algo así como: “El hombre que movió la tierra y detuvo el cielo”.

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Más allá de este hecho, suficiente para desplazarse tras los pasos del genial astrónomo, Torun constituye la joya sin pulir de Polonia. Una encantadora ciudad gótica a orillas del Vístula que sigue siendo aquel bastión medieval al que la Segunda Guerra Mundial pasó por alto como en un milagro. Su vista panorámica desde el río, con la silueta de las agujas proyectada sobre las aguas, ha sido catalogada como una de las siete maravillas del país en una elección votada por los propios polacos.

TESOROS ARQUITECTÓNICOS

Coqueta, magníficamente conservada, concebida a la medida de un paseo, muchos son los atractivos que la hacen merecedora de más que un destino de paso hacia otras grandes metrópolis. Empezando por su casco histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad, que está presidido por el antiguo ayuntamiento de ladrillo rojo, hoy Museo Regional (muzeum.torun.pl), con una torre a la que puede subirse tras salvar 175 escalones. Merecen la pena. Porque la panorámica que se despliega resulta espectacular.

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Solo desde arriba se aprecia la magnitud de la Catedral, que tardó 200 años en construirse. Un monumento colosal famoso por albergar la llamada Trompeta de Dios: la campana de 7,5 toneladas (la segunda más grande de Polonia) que se elaboró con los objetos de metal que donó la propia población en un año, el de 1500, en que se creía que tendría lugar el fin del mundo. También desde lo alto se divisa la Casa de la Estrella, una virguería arquitectónica que se cuenta entre las construcciones más bellas. Y cómo no, las iglesias, hasta 200 iglesias góticas (algunas revestidas con capas clasicistas, manieristas, barrocas…) que otorgan a Torun total homogeneidad.

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Y es que, si algo destaca en su magnífico trazado de calles peatonales, es esa atmósfera medieval que consigue rebobinar en el tiempo. En lo que queda de las murallas con las tres puertas imponentes. En las ruinas del castillo de los caballeros teutones, destruido por los lugareños como protesta. En la torre inclinada unos 146 centímetros (más que la de Pisa en su momento inicial) donde la sabiduría popular dice que, si se logra apoyar la espalda y extender los brazos sin caer al suelo, la persona en cuestión estará libre de pecados (léase infidelidades).

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PAN DE JENGIBRE Y ESCULTURAS

Otro gran símbolo de Torun, casi tanto como Copérnico, es su famoso pierniki o pan de jengibre, apreciado en todo el país. Un dulce que se remonta a aquellos tiempos en que la ciudad era un importante puerto fluvial al que, como cruce de rutas comerciales, llegaban numerosas especias. Con muchas de ellas (pimienta, canela, cardamomo, clavo…) se siguen elaborando hoy estas galletas que cuentan hasta con un museo (muzeumpiernika.pl) que desgrana su peculiar historia.

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Una visita ideal para después deambular sin rumbo, descubriendo nuevos secretos. Como las numerosas esculturas que salpican las calles, entre las que destaca el Burro de la Tortura (con un filo de metal en el lomo sobre el que obligaban a sentarse a los reos en tiempos de la Inquisición) o la menos cruenta del Perrito, que es un guiño sarcástico al comunismo.

OCIO PARA TODOS

También, si el tiempo apremia, se puede dar un paseo por el Vístula a bordo de un bote. O, en su defecto, caminar a lo largo de la orilla en el bautizado Bulevar de Filadelfia en honor a la ciudad americana con la que Torun se encuentra hermanada. Eso y algunas visitas imprescindibles para descubrir que también esta ciudad sabe de arquitectura contemporánea. Por ejemplo, el teatro Baj Pomorski (bajpomorski.art.pl), que tiene la forma de un armario de madera, con personajes de los cuentos infantiles tallados en su fachada. O el Centro Cultural Jordanki (jordanki.torun.pl), proyectado por el español Fernando Menis, que he ganado numerosos premios por su rompedora estructura con techos móviles.

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Queda solo rendirse a los placeres del estómago en los múltiples restaurantes donde se sirve una gastronomía contundente y sabrosa. Imprescindible es conocer Jan Olbracht (browar-olbracht.pl), un local tradicional de madera donde elaboran su propia cerveza; o, más moderno, el Bistro Klonowica (Sebastiana Klonowica, 37) donde sirven platos vanguardistas. Son las dos caras de esta ciudad que aún está por descubrir

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